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sábado, 8 de diciembre de 2012

Ramón Puyol (1907-1981)

Los trabajos propagandísticos de este artista gaditano, precoz tanto en talento como en compromiso con la causa comunista, se distinguen por su calidad y eficacia, y están a punto de costarle la vida tras la Guerra

La trayectoria artística de Ramón Puyol comienza lejos de su Algeciras natal. Con tan sólo 13 años, Puyol comienza su formación como jovencísimo alumno de la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, ciudad en la que desde entonces desarrollará la mayor parte de su trabajo. Ya en 1925 es invitado a participar en el Salón de Artistas Ibéricos, y empieza a colaborar como ilustrador en La Gaceta literaria, para hacerlo luego en otras destacadas publicaciones de la época como La Esfera, Nuevo Mundo, Cosmópolis o la Revista de Occidente.

Tras obtener una pensión de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, Puyol viaja a París, donde vive entre los años 1926 y 1929. Durante sus años en la capital francesa se acerca a las vanguardias, alejándose del estilo academicista de sus primeros años de estudiante.

Pronto sobresale en su faceta de ilustrador, realizando numerosas portadas, entre las que destacan las que crea para obras de Ramón Gómez de la Serna. En 1929, recién llegado de su experiencia francesa, logra exponer de forma individual en el Ateneo de Madrid, y en 1933 participa en la Exposición de Arte Revolucionario. Sólo un año después, Puyol viaja a la URSS y realiza los bocetos para la escenografía de la obra La Chinche, del poeta soviético Maiakovsky.

En 1935, cuando ya se advierten los primeros aires del conflicto que estallará un año después, Puyol realiza los decorados para el nuevo montaje de Fermín Galán, el homenaje escénico que Rafael Alberti dedicó al capitán que lideró la sublevación de la guarnición de Jaca de diciembre de 1930.

Ramón Puyol, concienciado políticamente desde su juventud, decide vincularse al Partido Comunista trabajando como ilustrador en diversas revistas y publicaciones afines, como El Mono Azul, Mundo Obrero y Frente Rojo, entre otras, donde realiza corrosivas caricaturas de los personajes de la época. Es en estos años cuando desarrolla su trabajo como cartelista, fundamentalmente al servicio del PCE. Realiza entonces algunos carteles de entre los que Arturo Ángel Madrigal Pascual, en su libro Arte y compromiso, destaca aquel en el que se pide la amnistía de los presos y el voto para el Frente Popular, con una iconografía muy significativa de la opresión a la que es sometida la clase obrera durante estos años.

Los numerosos trabajos realizados le otorgan un cierto reconocimiento como artista, gracias a lo cual es invitado a participar en el Pabellón español de la Exposición Internacional de París de 1937. Para esta ocasión, Puyol decide presentar dos óleos titulados, En el frente y Descanso en el frente, de acentuado carácter expresionista -afirma Madrigal Pascual- pero, al mismo tiempo, con un claro matiz realista. Junto con estos óleos presenta una serie de Diez Grabados que realiza entre 1936 y 1937, donde a través de personajes-tipo de la guerra, tales como el espía, el pesimista, o el acaparador, realiza una acerba crítica de la situación y avisa de los peligros a los que la revolución debe hacer frente si quiere salir victoriosa. De entre estos grabados destaca el titulado El estratega, donde cuestiona el papel de la Guardia Civil. Algunos de estos dibujos son utilizados posteriormente en carteles editados por Socorro Rojo Internacional.

Además, Puyol es responsable, durante el conflicto, de la sección de dibujo de Altavoz del Frente, donde, como cuenta Madrigal Pascual, se editan bastantes álbumes de grabados; un soporte muy utilizado durante la Guerra, pues los dibujos son fáciles de reproducir y por tanto permite una difusión más amplia.

En 1939, poco antes de terminar la contienda, Puyol consigue celebrar una gran exposición individual en la ciudad de Valencia. Sin embargo, finalizado el conflicto, y dada su aguda implicación política, Ramón Puyol es condenado a muerte. Cuando ya parece que la vida del artista está perdida, se le presenta una oportunidad única. Y es que, conocidas sus cualidades como artista, le ofrecen trabajar en el equipo de restauración que va a encargarse de la recuperación de los frescos de Tiépolo y Maella del Monasterio del Escorial. Puyol es indultado, y aunque permanece unos años en prisión, en 1942 comienza a trabajar en los frescos. Son tres años de duro trabajo, tras los cuales recupera su libertad y puede volcarse de nuevo en la creación artística.

En 1947, Puyol presenta una exposición en la Galería Bucholz de Madrid que obtiene unas excelentes críticas. Sigue compatibilizando su faceta de artista plástico con aquella que le divierte especialmente, la de ilustrador.

El estilo realista de sus dibujos contrasta con el neoexpresionista de sus óleos y acuarelas, de un gran colorido. No son sólo las escenas y personajes de guerra lo que interesa e inspira a Ramón Puyol. Muchos de sus óleos, especialmente los que realiza después de la redención de su pena de muerte, los dedica a recoger escenas costumbristas, el ambiente del Rastro madrileño, las tabernas de Madrid; o paisajes marineros, escenas del puerto y fiestas de su ciudad natal.

En 1973, Puyol que desde muy joven vive en Madrid, regresa a su ciudad natal, Algeciras, donde muestra su obra en numerosas ocasiones en la Galería Carteia.

En 1981, pocos días antes de su muerte, el Ayuntamiento de su ciudad organiza una importante exposición antológica de su obra y le nombra hijo predilecto de la Ciudad de Algeciras, dedicándole la avenida que hoy lleva su nombre. Ramón Puyol muere el día 4 de agosto de 1981, a los 74 años de edad.

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