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lunes, 21 de enero de 2013

Frederic Escofet (1898-1987)

Militar vocacional, luchará al lado de la República destacando en el sometimiento de la sublevación militar en Barcelona y participando, al frente del Arma de Caballería, en batallas clave como la de Belchite


Frederic Escofet Alsina nace en Barcelona en 1898 en el seno de una familia burguesa acomodada, próxima a la aristocracia, de la que recibe una educación conservadora.

En sus raíces encuentra la tradición artística de su familia materna y la industrial de la paterna, aunque sus intereses acaban por apuntar hacia otro lado. El deseo de su padre pasa porque Frederic continúe con la empresa familiar, por lo que cuando a los 18 años su hijo le pide autorización para ingresar en la Academia de Caballería de Valladolid se lo concede bajo la condición de que también comience estudios de Ingeniería en la Escuela Industrial de Terrassa -donde aprueba tres cursos-. Al término de su instrucción castrense alcanza el grado de alférez y solicita su traslado al Grupo de Regulares de Larache en la contienda marroquí. En el frente será herido en tres ocasiones y será la última de ellas la que le devuelve a la Península malherido. La labor desempeñada allí le proporciona numerosas condecoraciones que pesan, sin lugar a dudas, para su ascenso a capitán en 1926.

Aunque una vez recuperado de sus lesiones se propone volver al campo de batalla, las presiones de su esposa, Josefina Rahola, unidas a las de quien sería su superior, el coronel Ramón Puig, le convencen de lo contrario.

Escofet es destinado entonces al Regimiento de Cazadores Treviño 26°, en Vilafranca del Penedés, donde permanece hasta 1930; un largo periodo que aprovecha para ampliar su formación militar.

Esta etapa de su vida coincide con la dictadura de Primo de Rivera, un régimen que, aunque en principio no le despierta especial interés, le conduce a una "tragedia moral", como él mismo lo denomina en sus memorias Al Servei de Catalunya i de la República: "Me dio ocasión de descubrir la desacertada y falaz actuación del Rey, en su papel de jefe de Estado, como el estudio de la verdadera Historia de España me había revelado ya cuán nefastas habían sido para mi Patria las dinastías de los Habsburgos y de los Borbones".

Escofet se encuentra ante una encrucijada: de un lado, ha jurado como militar la defensa del Rey y del resto de instituciones; pero por otro, "callar y aceptar la situación tal como era representaba traicionar a mi pueblo»"

Solicita entonces su ingreso en el Cuerpo de Mossos d'Esquadra, donde a partir de noviembre de 1930 asume el mando de la Escuadra de La Garriga.

Así, cuando se proclama la República, Escofet acude a Barcelona, e improvisadamente acaba tomando el mando del Cuerpo de Mossos d'Esquadra de la ciudad Condal.

Aunque una vez normalizada la situación vuelve a La Garriga, el presidente de la Generalitat, Francesc Maciá le nombra su ayudante y su sucesor, Lluís Companys, ya no le relegará.

Cuando en octubre de 1934 comienza la revuelta popular independentista en Barcelona, Escofet se encarga de la defensa del Palacio Presidencial pero el curso de los acontecimientos le llevan a decidir, junto a Companys, la entrega las armas para evitar un mayor derrramamiento de sangre. Escofet es dertenido y llevado al Castillo de Montjuïc, donde el 12 de octubre es condenado a muerte. Al general Pozas no le tiembla la mano al firmar la sentencia a pesar de haberle conocido cuando, unos años antes, ambos coinciden en la organización masónica Democracia de la Gran Logia.

La intervención del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, convierte la pena capital en 30 años de cárcel de los que sólo cumple dos por la amnistía general que decreta el Frente Popular a su llegada al poder.

A su vuelta, ya en junio de 1936, Companys le nombra comisario general de Orden Público. El alzamiento es inmínente y los movimientos de Escofet han de ser rápidos. Se asegura el apoyo de la Guardia Nacional Republicana e intenta hacer lo mismo con el Ejército, aunque no recibe una respuesta tan clara del general Llano de la Encomienda. Por otro lado, prepara también la defensa de la ciudad previendo, casi al milímetro, cual será la estrategia que seguirán los insurrectos para la toma de Barcelona. Así, cuando en la madrugada del 19 de julio se produce el levantamiento y el general Goded se traslada a la ciudad Condal, las fuerzas republicanas ponen en marcha el dispositivo ideado y consiguen controlar la situación rápidamente: "Creo que podemos estar contentos de lo que hicimos". A Goded no le queda más salida que capitular.

Cuando las fuerzas cenetistas se hacen con el control de Barcelona, Escofet empieza a ayudar a escapar a numerosas personas a Francia, entre las que se encontraban algunos religiosos. Esto llega a oídos de la FAI y el caos se hace aún mayor. A pesar de sus esfuerzos, Escofet no consigue controlar la situación y se niega entonces a ser "Comisario General del Desorden Público", por lo que dimite y decide cruzar los Pirineos.

Su primer exilio en Francia dura apenas unos meses, pues su sentido del deber como militar le obliga a regresar. En junio de 1937 acude como jefe del Estado Mayor de Caballería del Frente de Aragón a la Batalla de Belchite, donde es herido en el pecho. Cuando consigue restablecerse, organiza una nueva brigada en el Frente de Levante con la que acude a la Batalla de Teruel. En el bando contrario se encuentra uno de sus hermanos a quien, unos meses antes, había ayudado a exiliarse pero que también había decidido retornar para luchar al lado de los nacionales. Durante el sitio de la ciudad una bala explosiva le destroza la mano obligándole a volver a Barcelona.

El 29 de diciembre de 1937 el periódico El día Gráfico dice: "Federico Escofet es un ejemplo de caballerosidad, de catalanidad, de patriotismo, de republicanismo, de entereza y de dignidad".

Companys le nombra jefe de las Escuadras de Cataluña y a partir de enero de 1939 ayuda a exiliarse a Francia a las autoridades republicanas. Él también cruza los Pirineos, pero acompañado de sus escuadras, lo que le lleva a estar recluido en torno a un mes en el campo de concentración de Argelés-sur-Mer.

Consigue llegar a Bélgica con unos cuantos sellos que le sirven para abrir una tienda filatélica que más tarde se convierte en una tienda de alimentación de productos españoles llamada Costa Brava.

Desde allí ocupa diferentes cargos en el Gobierno que se organiza en el exilio y es ascendido al grado de teniente coronel.

En marzo de 1980, Frederic Escofet regresa a Barcelona, en vísperas de las elecciones al Parlamento catalán, donde fallece en 1987.

2 comentarios:

  1. Mi comentario es que aquí no se nombra para nada al general de la Guardia Civil José Aranguren y al coronel también de la Guardia Civil, Antonio Escobar, gracias a estos hombres Catalunya se salvó de os golpistas en un primer momento. Estos hombres al final de la guerra fueron fusilados por las tropas vencedoras de la contienda. Creo que es muy injusto que estos grandes defensores del sistema establecido, no tenga ninguno una calle dedicada en la ciudad de Barcelona

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