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lunes, 28 de octubre de 2013

Enrique Líster (1907-1995)

Batallas como Teruel, Brunete o el Ebro y episodios tan importantes para la República como la resistencia de Madrid o la formación del Quinto Regimiento llevan el sello y la impronta de este destacado coronel comunista

"Mi vida es la vida de un combatiente, de un revolucionario, de un comunista que siempre ha cumplido con su deber, teniendo la suerte de haber participado en sucesos que tuvieron una trascendental importancia para los destinos de la humanidad entera". Así se presenta Enrique Líster en su libro Memorias de un luchador, de 1977, en el que recuerda episodios como el que tiene lugar este mes de julio de 1938, cuando al mando del 5º Cuerpo de Ejército cruza el río Ebro en una de las últimas hazañas del bando republicano.

Enrique Líster Forján nace el 21 de abril de 1907 en una aldea gallega, Ameneiro, en la provincia de La Coruña. Es el tercer hijo de siete, en el seno de una familia muy humilde, de madre campesina y padre obrero. Siendo todavía un niño emigran a Cuba, donde trabaja en varias tiendas de comestibles, en fábricas de envases, en matanzas, como cantero... y a los 14 años ingresa en la Escuela Nocturna del Centro Gallego en la Habana. En 1924, todavía en Cuba, es nombrado delegado del sindicato de canteros del centro asturiano. Según sus palabras, "ése fue mi bautismo de fuego en la lucha sindical".

En 1927 ingresa en el Partido Comunista de Cuba, y un año más tarde, en el de España; regresa a Galicia a trabajar como cantero y a organizar el Partido y Sindicato de Oficios Varios de Teo-Amés. Desde su llegada a España y hasta que se marcha a la URSS en 1932 pasa la mayor parte del tiempo en prisión, en las cárceles de Padrón, Santiago y La Coruña.

En Moscú, hasta el 35, trabaja como barrendero en las obras del ferrocarril metropolitano, estudia en la Escuela Leninista, participa en un congreso de la Internacional Comunista e ingresa en la academia militar Frunze. Cuando vuelve a España, trabaja como obrero de la construcción, participa en la mayoría de los conflictos sociales y se encarga de dirigir la propaganda comunista en cuarteles y centros militares a través de la publicación Soldado rojo.

Cuando estalla la Guerra Civil, Líster es instructor de las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas) y desde el primer día, se incorpora a las filas de las Milicias Populares, donde participa en los primeros combates contra los sublevados. El 19 de julio del 36 participa en asalto al cuartel de la Montaña en Madrid: «Las fuerzas fascistas eran muy superiores a las antifascistas, pues los mandos reaccionarios, al mismo tempo que habían dado permiso a los leales del régimen republicano, introdujeron en el cuartel al general Fanjul y a varias docenas de oficiales de reserva y de otras guarniciones a quienes la sublevación había cogido en Madrid, a unos 830 falangistas, requetés y otros reaccionarios, que fueron vestidos de soldados, y algunos guardias civiles: en total, unos 3500 hombres. Todo esto fue lo que se sublevó en el cuartel de la Montaña y lo que en 24 horas fue aplastado por las Milicias Populares, las fuerzas de orden público los y militares leales", relata Líster en Nuestra Guerra.

Cuatro días más tarde, el 23 de julio, Líster se traslada al cuartel en el que estaba el regimiento de Infantería de Wad-Ras n°1 para preparar un plan de acción. Pide que envíen a un dirigente conocido para que calme las tensiones -finalmente acudió Dolores Ibárruri- y mientras, consigue que algunos de los soldados se incorporen voluntariamente a la causa republicana. Su plan consiste formar una columna mixta para marchar a Guadarrama. Enrique Líster cuenta en Nuestra Guerra cómo se presentó en la sala donde estaban los partidarios de la sublevación, les explica la situación y les invita a que se definan. Una parte de ellos "aceptaron" unirse a la causa y los restantes fueron detenidos. En aquellos momentos llegaron al cuartel unos 100 hombres a los que armaron y se pusieron a idear el plan para formar la columna mixta de soldados y paisanos para marcharse a la sierra madrileña.

Líster fue designado responsable político de la columna y en la misma tarde del día 23 llegaban a Guadarrama: "Al llegar al atardecer del día 23, la camarada Dolores, el capitán Benito y yo nos presentamos al jefe del sector, coronel Morales Carrasco. Le informamos de las fuerzas que llevábamos y recabamos las órdenes pertinentes. Bastante despectivamente nos dijo que nos alojásemos a la fuerza en el pueblo hasta el día siguiente en el que se dispondría de nosotros. La camarada Dolores se indignó contra esa orden y el capitán Benito y yo le replicamos al coronel que militarmente esa orden era absurda, pues lo correcto era mover la fuerza de noche para sustraerla al fuego enemigo y poder atacar a éste al amanecer". Líster permanecerá en Guadarrama en el frente durante algún tiempo y llegará a ser ascendido a comandante por méritos de guerra.

Cuando se constituye el Quinto Regimiento, Líster se convierte en uno de sus principales organizadores, y es nombrado comandante jefe de la unidad a finales de septiembre de 1936. Todos sus recuerdos del Quinto Regimiento son halagos tanto a la organización como a los milicianos y al resto de personas que participaron en él. Desde ese momento, y hasta su desaparición en enero de 1937, el Quinto Regimiento enviará al frene a 70.000 hombres: comunistas, socialistas, republicanos, campesinos, obreros,empleados... "El Quinto Regimiento puso en marcha la organización de guerrilleros y todos los servicios de tipo militar en escala de ejército, (...) organizaba hospitales, buscaba medicinas, confeccionaba uniformes, calzado, fabricaba armas, municiones, establecía casas de reposo para los milicianos, abría guarderias y orfanatos...".

Líster desarrolla en el Quinto Regimiento una intensa labor militar e ideológica, inicia las Milicias de la Cultura, participa en muchos actos propagandísticos y culturales, y hace que en todos los servicios funcionen clases para analfabetos. "Las puertas del Quinto Regimiento estuvieron siempre abiertas de par en par para todos los antifascistas. A él pertenecieron escritores, artistas, poetas, periodistas. (...) Por aquellos días me di plenamente cuenta de la inmensa fuerza de la poesía para despertar en el hombre todo lo que hay de mejor en él". En Milicia Popular, el periódico de la brigada, escribió multitud de órdenes y consignas.

El 6 de noviembre comienza la defensa de Madrid, la leyenda del No pasarán. Líster es el encargado de defender la capital en primera línea con sus hombres desde Usera. Es el momento en el que el Gobierno se traslada para Valencia pensando que Madrid ya no tiene solución. Pero la ciudad resiste. Más tarde se le encarga contraatacar y su conquista del Cerro de Los Ángeles (en Getafe), por pequeña que fuera, es una de las primeras victorias de las tropas republicanas.

Líster es uno de los mayores partidarios de la militarización del Quinto Recimiento -junto a Modesto y Carlos Contreras- y que éste pase a integrar el nuevo Ejército Popular de la República. Su encendida intervención en un discurso el 27 de enero de 1937, en un acto que tuvo lugar en el cine Goya de Madrid, puso punto y final de modo oficial al Quinto Regimiento.

Enrique Líster es nombrado más tarde jefe de la 1ª Brigada Mixta y, posteriormente, de la 11ª División. Al frente de ésta se halla presente en todas las grandes batallas de la contienda, comenzando por el Jarama, Guadalajara o Brunete. Sus tropas siempre irán destinadas a primera línea de fuego, responsables de ejecutar las misiones más arriesgadas y complicadas, junto a las brigadas de el Campesino. Asimismo, por orden del Gobierno de Negrín, participa en el desmantelamiento de las colectivizaciones agrarias en Aragón, utilizando métodos, para muchos, demasiado expeditivos.

A finales del 37 se le encomienda la tarea, al frente de la 11ª División, de cercar Teruel. "El día 7 de diciembre, Rojo me llamó a su Estado Mayor y me comunicó que existía la decisión de llevar a cabo una ofensiva sobre Teruel; que dentro de tres o cuatro días ya me explicaría la cuestión con más detalles, pero que ya debía mover mis fuerzas hacia la región de Orrios-Alfambra-Escorihuela. Me dijo que con las divisiones 11ª y 25ª se formaría el 22° Cuerpo de Ejército, bajo el mando del teniente coronel Ibarrola".

Después de algunas desavenencias con Ibarrola sobre el plan de ataque a Teruel, en la medianoche del 14 al 15 de diciembre del 37 se pusieron en marcha, consiguieron rebasar San Blas y Concud, pero, según el propio Líster, en Teruel, "se cometieron errores como no destinar a la ofensiva más fuerzas o no hacer una distribución correcta de las fuerzas empleadas".

La Batalla del Ebro es, según Líster, uno de sus trabajos más intensos. Los meses anteriores al 25 de julio se dedicó exclusivamente a organizar un sistema de defensa del frente, a preparar a cada hombre, a recoger datos sobre sus enemigos y sus terrenos: "El profundo espíritu de solidaridad hacia los combatientes de Levante y el ardiente deseo de ir en su ayuda había sido creado en cientos de reuniones, conversaciones, mítines, periódicos...".

Sin embargo, la primera parte de la operación fracasó, según como explica Líster, porque "tal y como fue llevada a cabo esta operación no tenía ni pies ni cabeza. Del Barrio lanzó sus fuerzas de frente, contra unas posiciones magníficamente fortificadas y defendidas por un enemigo alerta, mientras hubiese podido operar al norte para coger de revés la defensa enemiga". A finales de julio, Líster quedó al mando del 5º Cuerpo de Ejército del Ebro, que sería el encargado de cruzar el río en el sector más importante, el central, con un ataque directo hacia Gandesa. Su objetivo ahora era un golpe en el frente catalán, obligar al enemigo a interrumpir su ofensiva en Valencia atrayéndole a Cataluña.

No relataremos aquí las acciones de la Batalla pero sí el modo de pensar de Líster sobre ésta años más tarde: "La operación ofensiva en el Ebro y la resistencia de más de tres meses y medio en la cabeza de puente nos permitieron tomar la iniciativa en nuestras manos y mantenerla desde que comenzaron las operaciones hasta que se dieron por terminadas. La ofensiva republicana en el Ebro mejoró grandemente la situación política y militar de la República y pudo haber sido sido un punto de partida para cambiar la marcha de la Guerra a nuestro favor, esto no sucedió así no es por culpa de la batalla ni de los que en el participamos". Antonio Machado le escribe un soneto a Líster, siendo jefe de los ejércitos del Ebro, en el que concluye diciendo: "Si mi pluma valiera tu pistola / de capitán, contentó moriría".

En los últimos compases de la Guera Civil, Líster es enviado a Cataluña; de su tiempo de batallas en esta zona cabe destacar estas palabras: "El pueblo catalán fue no sólo uno de los que con mayor decisión se enfrentaron a la sublevación en julio del 36, sino que fue asimismo uno de los que más dieron para la Guerra y de los que con mayor entusiasmo trabajaron para ganarla".

Ascendido a coronel por sus méritos de Guerra, para muchos combatiente republicanos fue uno de los jefes procedentes de milicias con más personalidad y que gozó de más prestigio y popularidad; en cambio, para otros, sus métodos eran excesivamente feroces. Durante toda la Guerra Civil mantuvo una competencia directa con Juan Modesto, otro comunista junto al que alcanzó la cúpula del Ejército repúblicano. Ambos eran hombres de confianza del jefe de Estado Mayor, el general Vicente Rojo y pasaron de ser simples milicianos a ser los dos hombres que dirigieron a más de 100.000 combantientes en la Batalla del Ebro. 

Al finalizar la campaña de Cataluña vuelve a Madrid y de allí regresa a la URSS. En Moscú prosigue sus estudios militares y participa en la Segunda Guerra Mundial luchando en los campos de batalla con el grado de general soviético. En 1945 se marcha a Francia y allí participa en guerrillas y otras labores de su partido hasta que en 1951, perseguido por el Gobierno francés, huye a Praga.

Antiguo miembro del Partido Comuinsta de España, en 1970 es expulsado por sus diferencias con el sector carrillista. "Hasta 1970 fui miembro de la dirección del PCE y estos últimos años, del Partido Comunista Obrero Español, creado en 1973 para defender y aplicar, al servicio del pueblo español, los principios comunistas traicionados por el carrillismo", asegura en sus Memorias de un luchador. Después de la muerte de Franco vuelve a España, a Madrid, asume la jefatura del Partido Comunista Obrero Español y, en 1986, tras la salida de Santiago Carrillo, se reintegra en el Partido Comunista de España. Para los comunistas del sector menos carrillista, Enrique Líster fue el prototipo del revolucionario a la antigua usanza: disciplinado, rebelde, enérgico, y a la vez, noble y fiel.

Líster escribió en sus memorias, refiriéndose a la Guerra Civil española: "El heroísmo popular no se crea porque sí, sin ninguna causa objetiva que lo justifique; por el contrario, nace del convencimiento que tiene el pueblo de que la causa que defiende es justa, de que la guerra que se ve obligado a hacer es una guerra justa, liberadora, revolucionaria". Enrique Líster murió el 8 de diciembre de 1995 en Madrid.

jueves, 24 de octubre de 2013

Alexander Orlov (1895-1973)

Jefe de la policía secreta soviética en España y máximo responsable de la muerte de Andreu Nin, en julio de 1938 huye de la Guerra por temor a las purgas de Stalin y se exilia en EEUU, donde renegará de su pasado comunista

"No pertenezco a ningún partido ni grupo político. En este libro no persigo fines políticos ni proselitistas. Mi único objetivo es presentarle al úlos hechos, ocultos hasta ahora, sobre los crímenes de Stalin y aportar así les eslabones que faltan, sin los cuales los trágicos acontecimientos de Rusia resultan incomprensibles y se presentan como un misterio insoluble".

Así introdice León Lazarevich Feldbin, más conocido como Alexander Orlov, que viere al mundo en 1895 en Bobruisk, cerca de Minsk, su Historia secreta de los crímenes de Stalin. Un libro útil para reconstruir, con perspectiva histórica, la tragedia del estalinismo, y lamentablemente sesgado para hacer lo propio con su vida, de la que omite su trabajo como jefe de la NKVD -la policía de Stalin- en la Guerra Civil española. Él fue quien organizó el secuestro de Ardreu Nin, el líder del POUM, el pequeño partido de origen trotskista que se atrevió a cuestionar, junto con la CNT, la influencia de los estalinistas en la España leal a la República.

Pero la misión de Orlov en España no es la primera a la que tiene que enfrentarse este joven que antes de llegar a nuestro país ha recorrido ya muchos lugares. Con tan sólo 18 años se traslada a Moscú junto a su familia y en 1916 es llamado a ingresar en el Ejército ruso, en el que, por su origen judío, no puede aspirar al rango de oficial.

Tras la Revolución Rusa se afilia al partido bolchevique y, más tarde, comienza a trabajar como ayudante del fiscal del Tribunal Supremo Soviético. Su buen hacer le lleva directamente a la OGPU -el antecedente inmediato de la NKVD- y en 1925 se convierte en comandante de la Guardia fronteriza. Su trabajo en la policía soviética le lleva a realizar varias misiones fuera de la URSS con el nombre falso de León Nikolaiev. Su primer destino es París, donde permanece hasta 1928 y más tarde Berlín, Londres e incluso Estados Unidos.

En septiembre de 1935 regresa a Moscú y al año siguiente es nombrado miembro del comité de élite encargado de asesorar al Politburó en cuestiones de inteligencia internacional. Stalin ya dispone de referencias sobre su trabajo tiene en buena estima a este joven trabajador.

Es entonces cuando el jefe NKVD, Genrij  Grígorievich Yagoda designa para una nueva misión en España. Su tarea principal en la península Ibérica consiste en poner en marcha un sistema de espionaje y contraespionaje para el Gobierno republicano, además de organizar grupos de guerrilla que luchen contra las líneas enemigas. Es entonces cuando decide adoptar el seudónimo con el que será recordado: Alexander Orlov, el nombre de un escritor ruso del siglo XVIII. El 10 de septiembre de 1936 sale con su familia hacia París, y cinco días después emprende el viaje hacia Barcelona.

Como señala el historiador Burnett Bolloten es "muy probable" que entre los altos oficiales soviéticos que a veces acompañaban a Rosenberg, el embajador en España, en sus visitas diarias a Largo Caballero, estuviese Alexander Orlov, "quien sin duda observaba atentamente las actitudes de los principales diplomáticos soviéticos. Hay que suponer que si Rosenberg no ejecutaba la política soviética con suficiente energía o se aventuraba a criticar los métodos de la NKVD en España, como -según Walter Krivitsky- habían hecho el general Berzín y Arthur Stashevsky, su conducta irregular sería comunicada a Moscú inmediatamente. Esto quizá explique por qué Orlov no hace ninguna referencia en su Historia secreta de los crímenes de Stalin, ni en ningún otro testimonio oral o escrito durante los 35 años que vivió exiliado en Estados Unidos, a la orden de volver a Moscú que recibieron éstos, después de la cual desaparecieron sin dejar rastro".

Porque en España, como no podía ser de otra manera, también hubo procesos de Moscú. Muchos de los militares que habían sido agregados al Estado Mayor del Ejército español en calidad de asesores, fueron llamados a Moscú y fusilados sin juicio de ninguna clase. Solo Stalin sabía quienes estaban en la lista negra.

Al acabar la Guerra Civil, las depuraciones afectaron a todos y cada uno de los testigos de la operación Nikolai. Así se conoció, en los archivos soviéticos, al proceso que acabó con el secuestro, tortura y asesinato de Andreu Nin. primero en la checa de la ronda de Atocha y después en la checa improvisada en un pequeño hotel del matrimonio Hidalgo de Cisneros-De la Mora Maura, en Alcalá de Henares. Como relata José María Zavala, "Orlov y su banda se cebaron con la enfermiza naturaleza de Nin. Emplearon con él el llamado método seco, un acoso brutal ininterrumpido en jornadas de 10, 20 y 40 horas, durante las cuales los verdugos proferían constantes amenazas e insultos a su debilitada víctima, intentando que claudicara y se confesase espía de Franco".

Si Nin nubiese renunciado, Stalin habría abierto en España un proceso similar a los que acabaron en Moscú con la vida de los bolcheviques fieles a Lenin. Como Nin no capitulaba, "Orlov y sus secuaces se afanaron en despellejar el maltrecho cuerpo para seccionar mejor sus miembros en carne viva. Ni siquiera así pudieron subyugar su voluntad para arrancarle una falsa confesión".

Llegados a este punto, la supervivencia de Nin, o el hallazgo de su cadáver, equivaldría a reconocer públicamente que Stalin y sus agentes de la NKVD "eran unos asesinos protegidos por sus cómplices comunistas del PCE y del PSUC", en palabras de Zavala. Destacados dirigentes del PCE señalaron posteriormente que el caso Nin constituye "el capítulo más negro" de la historia del partido.

El Gobierno de Negrín -que no tuvo noticias de Nin hasta que fue demasiado tarde, prueba de la gran operatividad de la NKVD en zona leal después de los sucesos de mayo de 1937- había promovido, con el apoyo de Stalin, la celebración de un juicio contra los dirigentes del POUM. El proceso dictó sentencia el 29 de octubre de 1938, declarando culpables a Gorkin, Andrade, Adroher, Bonet y Arquer del delito de rebelión por su participación en las jornadas de mayo en Barcelona.

Años después, sometido al interrogatorio del FBI, Orlov negó bajo juramento su participación en el asesinato de Nin. A la pregunta de si él haba dispuesto la muerte del cerebro mediático del POUM, Orlov dijo que no, pues "en ese caso Rusia habría resultado desacreditada a los ojos del mundo". Y añadió que "Stalin había ordenado el asesinato de Nin, la orden fue ejecutada por un ruso llamado Bolodin", quien, supuestamente, había sido condecorado con la Orden de Lenin nada más llegar a Moscú. Como señala Zavala, «"declaración de Orlov revelaba que fue Stalin quien firmó de su puño y letra la sentencia de muerte de Nin, pero Orlov mintió cuando trasladó la responsabilidad del crimen al supuesto agente Bolodin, cuyo nombre no aparecía además en los archivos del KGB".

La prueba definitiva de la implicación de Orlov es el informe que él mismo envió a Moscú el 24 de julio de 1937, en el que describía los detalles de una operación cuyo nombre clave era Nikolai. Orlov se refiere a Nin como el "objeto" o la "mercancía" que había que transportar desde el chalé de Alcalá de Henares hasta el lugar donde fue enterrado. Los agentes de la NKVD implicados aparecen identificados por sus iniciales. Entre ellos había, al menos, dos agentes de la Brigada Especial de Madrid cuyos nombres completos -pese a pistas notorias- permanecen todavía hoy en el anonimato.

El 9 de julio de 1938, un año después del asesinato de Nin, Alexander Orlov recibe un telegrama de Yekhov desde la central de la NKVD en Moscú. El nuevo jefe de la policía secreta -Yagoda ha sido eliminado- le ordena que se presente de inmediato en París. Allí, habrá de tomar un coche de la embajada soviética y dirigirse hasta Amberes para encontrarse con el barco ruso Svir el 14 de julio, a bordo del cual mantendría una importarte reunión con un visitante de Moscú. A Orlov, como dice Zavala, "algo le olía mal".

Incluso el propio Orlov señala en sus memorias: "La llamada no tenía ningún sentido operativo y leí bien claro que se estaba preparando una trampa para atraparme, cuando yo era inocente. La purga del aparato que estaba en marcha buscaba sacrificarme. Sabía que mi destino había sido decidido y que me aguardaba la muerte. Y todo ello, pese a haber puesto en peligro mi vida por el partido y la causa".

El 11 de julio, Orlov y su traductora, Soledad Sancha, se dirigen desde Barcelona al sur de Francia para recoger a la señora Orlov y a su hija, que residían allí. Luego parten todos juntos hacia París, donde se registran en un hotel. Orlov ya había puesto al corriente del peligro a su esposa y le había confiado su decisión de romper con Stalin. Después acuden a la embajada norteamericana, pero el ministro plenipotenciario William Bullitt se encuentra fuera de la ciudad, al ser la víspera del aniversario de a toma de la Bastilla.

"Los Orlov necesitaban que alguien les diese asilo cuanto antes. Sus vidas estaban en juego tras desafiar al mismísimo Stalin", resume Zavala. Así que se dirigen a la embajada canadiense, donde Alexander Orlov presenta su pasaporte soviético -pese a la inexistencia de relaciones diplomáticas entre les dos países- y alega que pretende viajara Estados Unidos para hacer negocios oficíales y que desea entrar a través de Canadá. Desde París, los Orlov viajan hasta Cherburgo y embarcan en un buque canadiense. Apenas transcurrida una semana, el 21 de julio llegan a Quebec y toman un tren hacia Montreal.

Una vez allí, Alexander Orlov redacta una carta manuscrita de 37 páginas dirigida a Stalin, con copia para Yekhov.

Dice Orlov en sus memorias: «Le decía a Stalin -quien me conocía personalmente desde 1924- todo lo que yo y cualquier persona honrada pensábamos de su régimen. Pero el principal propósito de mi carta era salvar la vida de mi madre y la suegra. Esto no lo podía lograr apela sentimientos humanitarios de los que carecia por completo el tirano. Recurrí a otro procedimiento que -estaba seguro de ello— entendería perfectamente Stalin: le previne de que si se atrevía a vengarse de mi utilizando a mi madre o a la madre de mi mujer, publicaría todo lo que sobre él. Para demostrarle que mi  intención era verdadera, escribí una lista de sus crímenes y la añadí a la carta. También le advertí que si sus esbirros me asesinaban, sus crímenes serían publicados inmediatamente en todo el mundo por mí abogado. Conocía bien a Stalin y estaba convencido de que mi advertencia surtiría efecto". 

El 13 de agosto de 1938, un mes después de su fuga de España, Orlov entra en Estados Unidos cor visado diplomático que le fue concedido por el jefe de la legación norteamericana en Ottawa, al que refirió su ruptura con Stalin.

"Durante 14 años prosiguió la gran cacería en la que yo debía debía de haber sido la víctima. De parte de Stalin había una colosal influencia política y jaurías de agentes secretos que me seguían la pista. De mi parte sólo contaba con mí propia habilidad para prever y descubrir sus tretas, y la devoción y el valor de mi esposa y de mi hija", escribe el hombre que a asesinó a Nin por orden de Stalin.

A principios de 1953, el matrimonio Orlov considera que sus madres habrán fallecido y que, por tanto, es posible publicar unas memorias. En febrero entablan conversaciones con uno de directores de la revista estadounidense Life sobre la publicación de una parte del relato. Y entonces muere Stalin.

"Me decepcionó enormemente que no hubiera vivido un poco más para que hubiese visto cómo se enteraba el mundo entero de la historia secreta de sus crímenes y que se hubiera dado cuenta de que todos sus esfuerzos por ocultarlos habían resultado inútiles", dice. En Life se publican cuatro fragmentos de las memorias de Orlov en abríl de 1953. Veinte años después de haber comenzado a depurar por encargo, retirado del escenario del terror desde 1938, Orlov agradece "la oportunidad que les ha dado Life a las víctimas inocentes de los procesos de Stalin de expresarse en voz alta y dejar en estas páginas sus últimas palabras que habían sido asfixiadas por los impenetrables muros de la prisión de Lubianka".

Añade que la muerte de Stalin "no ha disminuido la amenaza que pesa sobre mi vida. El Kremlin guarda celosamente sus secretos y hará todo lo que esté en su poder para destruirme, con objeto de amedrentar a otros altos funcionarios que pudieran sentir la tentación de seguir mi ejemplo".

Los Orlov se asentaron finalmente en Massachussetts. Alexander adoptó el nombre de William Goldin, de profesión comerciante. El miedo le persiguió toda su vida, desde Boston a Cleveland en una huida constante que concluyó, para Maria Orlov, en 1971, después de un ataque al corazón. Como escribe Zavala, "era la primera vez que Orlov se encontraba a solas con sus propios remordimientos". El 7 de abril de 1973, el delicado corazón de Orlov dejó de latir.

martes, 22 de octubre de 2013

Lázaro Cárdenas (1895-1970)

El presidente mexicano es uno de los mayores aliados con los que el Gobierno republicano cuenta en el extranjero: suministra armas, ofrece su apoyo ante la comunidad internacional y facilita la llegada de exiliados

"La Revolución mexicana ha seguido desde su origen y a través de su Historia un anhelo de justicia social y dentro de este anhelo ha tratado de vencer las múltiples resistencias de carácter económico, político y moral que toda revolución encuentra". Así se expresaba Lázaro Cárdenas en su toma de posesión presidencial, el 30 de noviembre de 1934. El gran valedor internacional de la causa republicana española, presidente de México entre 1934 y 1940, es un epónimo de la época en que dirigió los destinos de su país. Cárdenas dio nombre a un periodo, el cardenismo, que constituye la última fase de la Revolución mexicana, tras la cual comienza una nueva etapa para la Historia de su país. 

Lázaro Cárdenas nace el 21 de mayo de 1895 en el estado de Michoacán, en el seno de una familia de clase media rural. Su educación es breve y a los 12 años abandona la escuela sin terminar los estudios primarios, lo que suple con su afición por la lectura y su espíritu autodidacta. A los 18 años se alista en el Ejército Revolucionario. Su ascenso es meteórico, logrando el máximo grado en la jerarquía militar, el de general de división. Llega a ser gobernador de Michoacán en 1928, con el apoyo del presidente Calles. De su labor como gobernador trasciende su pasión por los temas más radicales de la Carta Magna: nacionalismo, agrarismo, indigenismo, obrerismo... ideas que pondrá en práctica al frente de la República.

En las elecciones presidenciales de 1934 es elegido por amplia mayoría. El conservador diario Excelsior califica su discurso de toma de posesión de "sobrio, prudente, bien meditado y juicioso" y añade que "los que esperaban una llamarada de odios, se equivocaron; los que creían que la pieza oratoria sería de perfiles exaltados y radicalistas, deben haber sufrido una decepción. En cambio, estamos seguros de que todos los hombres conscientes de México, hasta los que no piensan con el criterio del general Cárdenas, escucharon el discurso con atención y complacíencia". El diario madrileño El Sol dice que "llega a la Presidencia después de haber sido soldado de la Revolución al lado de sus figuras de mayor prestigio, una vez demostradas  suficientemente sus dotes de gobernante y de hombre de amplia visión y recto proceder".

La reforma agraria, heredada de la revolución, es su política clave: "Que haya tierra para todos en cantidad suficiente, no para resolver el problema económico en cada familia mejorando su alimentación, su vestuario, su alojamiento y permitiéndole la educación de niños y adultos, para que aumente la producción agrícola respecto de la que se tenía bajo el régimen de absorción de la tierra en pocas manos". Las grandes haciendas comerciales se entregan a sus peones, recurriendo a los ejidos colectivos. La población sin tierra desciende considerablemente.

Su otro reto es la política educativa, y su ideal es que la educación cambie la sociedad. Crea escuelas les para llegar a la población indígena y reforma la educación superior. Surgen nuevas instituciones, como el Instituto Politécnico Oficial y la Universidad Obrera. Los gastos educativos alcanzan el nivel más elevado en la Historia del país.

Ante la conflictividad obrera, Cárdenas trata de evitar las huelgas adoptando una actitud intervencionista en las relaciones laborales, a favor de los trabajadores. Su apoyo a la concentración sindical se manifiesta en la creación de la CTM -Confederación de Trabajadores de México-, que reúne a diversas confederacinoes sindicales. "Se necesita que la clase trabajadora organice sus filas. La cooperación que la Revolución solicita de obreros y campesinos no consiste en la celebración de manifestaciones y lanzamiento de vítores entusiastas, sino en una preocupación por agruparse en un solo frente, por despojarse de los prejuicios que estorban su marcha ascendente, por arrollar todos los obstáculos que se opongan al triunfo de los postulados de renovación social". Su nacionalismo le conduce ala expropiación de los ferrocarriles (en junio de 1937) y del petróleo (marzo de 1938), empresas de propiedad extranjera. La industria del petróleo, de importarte papel en la economía nacional, queda bajo el control de PEMEX, empresa estatal que se convertirá en una de las principales instituciones del país. El pueblo apoya al presidente, y colabora masivamente en la compra de los bonos emitidos que cubran la indemnización.

Dos años después de haber alcanzado la Presidencia, estalla la Guerra Civil en España, en el verano de 1936. Cárdenas se pone del lado de la República, condenando de inmediato la causa franquista. Le secundan la CTM y otros sectores políticos y sociales del país, así como muchos mexicanos de a pie. Accede a suministrar amas y provisones y a actuar de intermediario para comprar estos productos a terceros países.

Cuando las democracias occidentales abandonan a la República española invocando el principio de no intervención, al que se adhieren muchos países europeos y americanos, México y su presidente reclaman esta intervención ante la Sociedad de Naciones: "La falta de colaboración con las autoridades constitucionales de un país amigo es, en la práctica, una ayuda indirecta, pero no por eso menos efectiva, para los rebeldes que están poniendo en peligro el régimen que tales autoridades representan. Ello, por tanto, es en sí mismo uno de los modos más cautelosos de intervenir".

Los mexicanos acogen a cerca de 500 niños españoles, con la idea de alejarles de la Guerra, de que vivan en un país en paz. Desembarcan en Morelia en junio de 1937, y Cárdenas envía a Azaña un telegrama diciendo que "el Estado toma bajo su cuidado a estos niños rodeándolos de cariño y de instrucción para que mañana sean dignos defensores del ideal de su patria".

Cuando comienza el exilio de los republicanos españoles, el país azteca acoge a muchos de ellos, entre los que hay artistas, intelectuales y políticos. Cárdenas escribe a Julio Álvarez del Vayo, ex ministro republicano: "El señor licenciado Bassols (embajador de Francia) lleva instrucciones para los españoles que desean venir a convivir con el pueblo mexicano, modesto en sus recursos, pero lleno de emoción y de simpatía para nuestros hermanos que se ven obligados a alejarse temporalmente de su patria. Me satisface su propósito de venir a México, tendré positivo gusto de verlo entre nosotros. Y si el señor Negrín acepta alojarse aquí, le recibiremos también con todo afecto".

Cárdenas se mantiene fiel a la causa republicana hasta su muerte, en 1970. Sigue manteniendo relación con ilustres exiliados españoles, y participa activamente en cuantos actos de homenaje o de recuerdo republicano se celebran en su país. Fiel a su compromiso con la paz y la justicia, lo hizo valer públicamente siempre que tuvo ocasión.

domingo, 20 de octubre de 2013

Etelvino Vega (¿? -1939)

Vicente Rojo confía a este redactor de Mundo Obrero y destacado dirigente del Partido Comunista el mando del 12° Cuerpo de Ejército en la ofensiva del Ebro, aunque será con la 16ª División con la que finalmente cruce el río

Cuando Juan Negrín y el coronel Vicente Rojo deciden atacar en julio de 1938 a los nacionales en el Ebro, confían el mando del 12° Cuepo de Ejército al teniente coronel Etelvino Vega, miembro destacado del Partido Comunista que había luchado por la República desde el inicio de la Guerra.

El 29 de julio, Vega, al mando de la 16ª División y tras atravesar el Ebro más tarde de lo esperado, alcanza la línea de frente republicano y se establece entre Villalba y Gandesa. Su éxito allí será efímero, al igual que los logrados por sus compañeros Líster y Tagüeña, puesto que las fuerzas franquistas contraatacarán y acabarán reconquistando, a finales de noviembre, el terreno ganado.

La historia de Etelvino Vega es la de un político que, forzado por las circunstancias, asume la profesión de militar. Vega es redactor de Mundo Obrero y desempeña importantes cargos en la dirección del Partido Comunista en los años 20. En 1932, publica un manifiesto en defensa de la República junto con el secretario general, José Bullejos. Ese año, la Komintern y Stalin todavía consideraban a Azaña y a Largo Caballero como enemigos, por lo que Vega es llamado a Moscú a explicar su postura. Es expulsado del partido y retenido durante meses, mientras José Díaz y Dolores Ibárruri ocupan su puesto.

Tras una larga estancia en la URSS, reingresa en el partido. Cuando estalla la Guerra, se une a la lucha contra los militares sublevados. El 21 de julio de 1936, se pone al frente del Batallón Octubre, con el que marcha a la sierra madrileña. Una vez detenido el avance de Mola por el norte, es enviado, en noviembre, a Carabanchel para taponar e asalto nacional a Madrid.

Después de la capital, Etelvino Vega toma parte en gran número de operaciones militares, en las que alcanza el grado de teniente coronel de Infantería.

Tras la Batalla del Ebro y el posterior contraataque de los sublevados y su penetración en Cataluña, Vega es evacuado a Francia en febrero. El 3 de marzo de 1939, regresa y se instala en Elda -en la finca llamada posición Yuste- con otros dirigentes comunistas decididos a continuar la Guerra, esperando órdenes de Negrín. Éste le nombra gobernador militar de Alicante, pero el 7 de marzo es detenido cuando el Consejo de Defensa de Casado se hace con el control de la ciudad.

Liberado poco después, el 29 de marzo-viendo que la única opción es la huida, se une a los miles de militares y civiles que esperan en el puerto de Alicante la llegada de un barco que les evacue al extranjero. Sin embargo, los que  llegan son las tropas de Franco, que conquistan la ciudad. El 31 de marzo es detenido, condenado a muerte y fusilado el 15 de noviembre de 1939. Cuenta Enrique Cerdán que la madrugada del 14, en el reformatorio donde estaba encerrado Vega, se escuchaban las estrofas de La Internacional.

sábado, 19 de octubre de 2013

Manuel Matallana (1894-1952)

Alto mando militar republicano de imparable trayectoria, sobresale como el responsable de la defensa de Valencia frente al empuje nacional. El final de la Guerra y la victoria franquista le obligarán a desarmar y entregar a sus tropas

Valencia marca la vida de Manuel Matallana. Allí alcanza la gloria en julio de 1938 -tras planificar la exitosa defensa de la ciudad- y también allí sufre la más penosa de las misiones que se le puede encargar a un mando militar, la de desarmar y entregar a sus tropas, en marzo de 1939.

La ofensiva nacional sobre la capital levantina es frenada, precisamente, en la denominada linea Matallana. Esta excelente labor no es pasada por alto y el 16 de agosto es nombrado general, algo impensable incluso para él cuando, con 15 años, inglesa en la Academia Militar. Desde ese momento se dedica en cuerpo y alma al Ejército, diplomándose en la Escuela Superior de Guerra -a la vez que Segismundo Casado- y, el tiempo, obteniendo la licenciatura en Derecho. Aún joven participa en las campañas de Marruecos y posteriormente, en 1934, es ascendido a comandante de Infantería de Estado Mayor.

En julio de 1936 Matallana se encuentra destinado en la plana mayor de la 2ª Brigada de Infantería, de guardia en Badajoz, cuando se produce el alzamiento militar. A pesar de pertenecer a una familia conservadora se mantiene fiel a la República; sin embargo, su presencia levanta suspicacias en algunos miembros del Frente Popular, por lo que es destinado a misiones burocráticas y de organización técnica en el Estado Mayor de la 1ª División.

En noviembre se constituye la Junta de Defensa de Madrid, presidida por el general Miaja, quien reclama a Matallana para ocupar la jefatura de la 2ª Sección de su Estado Mayor. Durante este periodo, Matallana asciende a teniente coronel y en mayo de 1937, momento en que Vicente Rojo asume la jefatura del Estado Mayor Central, le es asignado el mando del recién creado Grupo de Ejércitos de la Región Central a petición de Miaja, jefe de dicha agrupación. Su buena relación con el propio Rojo hace que, nuevamente, su rango militar ascienda otro peldaño, convirtiéndose en coronel.

El 19 de junio de 1937 toma posesión de su cargo y ordena el estudio de posibles operaciones en las afueras de Madrid con vistas a desarrollar una importante acción ofensiva, que culmina en la posterior Batalla de Brunete.

No obstante, es en la defensa de Valencia, a partir de abril de 1938, cuando Matallana adquiere su mayor popularidad al ser él, en colaboración con Miaja, quien traza la exitosa línea defensiva de la ciudad, así como la construcción XYZ. En palabras del militar José Manuel Martínez Bande, "Miaja y Matallana han entrado de lleno en la fase angustiosa de levar a aquel frente, casi desesperadamente, división tras división y brigada tras brígada, volcando, a la vez, en las obras defensivas batallones y batallones de Zapadores, de Obras y Fortificaciones y de Trabajo».

El 6 de junio de 1938, junto a Negrín, Miaja, Rojo y Menéndez, Matallana visita Castellón intentando transmitir ánimo a la resistencia, hecho que no impide que la ciudad sea tomada por las tropas nacionales apenas dos semanas después.

La labor del coronel, como al principio quedó expuesto, hace que el 16 de agosto sea nombrado general. El historiador militar Ramón Salas Larrazábal muestra suspicacias ante este tipo de ascensos meteóricos al señalar que "en zona gubernamental se fomentó ampliamente un criterio selectivo basado exclusivamente en el fervor político y ello produjo rápidas carreras de los más afectos a la causa frentepopulísta o los mejor respaldados por los partidos. Casos como (...) Matallana, que desde comandantes escalaron al generalato, fueron excepcionales pero no raros".

Cuando la suerte de la República pasa por su momento más crítico, durante la campaña nacional sobre Cataluña, Matallana participa en el ataque republicano sobre Peñarroya (Córdoba) -ejecución del llamado Plan P de Vicente Rojo-, maniobra que fracasa.

Sea como fuere, una vez que Cataluña cae en poder de las tropas franquistas, Matallana pasa a coordinar los transportes de la zona Centro-Sur hasta el 9 de febrero de 1939, momento en que Miaja se hace cargo de las tropas de tierra, mar y aire y Matallana queda como responsable máximo del Ejército de Centro.

Durante el desenlace final del conflicto, el general juega un papel muy destacado junto a su viejo amigo Segismundo Casado y, al igual que éste, se opone a la decisión de Negrín de prolongar la Guerra. El 27 de febrero ambos acuden al consejo de guerra convocado por el presidente del Gobierno republicano en el aeródromo de Los Llanos, Albacete, y Matallana expone la situación del Ejército en aquellos momentos con frases tan elocuentes como éstas: "Pueblo y Ejército coinciden en la necesidad de que la Guerra termine inmediatamente. (...) El hambre obliga a tomar una decisión". Al día siguiente acompaña a Casado en una nueva reunión con Negrín y, nuevamente, el 2 de marzo acude a otra convocatoria del presidente en la posición Yuste de Elda, Alicante, -cita a la que Casado se niega a asistir-. En este momento Matallana ya tiene decidido su apoyo al golpe de Estado dirigido por Casado que se viene gestando tiempo atrás. El 3 de marzo Negrín, en un intento de conciliar los ánimos, otorga nuevos cargos militares, entregando a Matallana la jefatura del Estado Mayor.

Prosigue la frenética actividad del general, quien asiste al Consejo de Ministros convocado por Negrín en Yuste, durante el cual los presentes conocen la noticia de que Casado se ha sublevado en Madrid. A pesar de ser retenido durante unos instantes, Negrín permite el regreso a Madrid de Matallana, quien asume la jefatura de las fuerzas militares del recién nacido Consejo de Defensa (se convierte, virtualmente, en generalísimo, pues todas las Fuerzas Armadas, incluso las de orden público, quedan bajo su mando). Desde este cargo dirige las operaciones que se desarrollan en la ciudad contra los comunistas y solicita, a través de una alocución el día 10, entablar negociaciones con los nacionales junto a Casado, pero Franco no las acepta.

Una vez es asumida la rendición sin condiciones por los republicanos, huye con Casado a Valencia y le es asignada por éste la tarea de desarmar al resto de ejércitos.

Finalizada la contienda permanece en España siendo juzgado por un consejo de guerra sumarísimo, en cuya sentencia se señala que "el procesado es persona de antecedentes inmejorables, de ideas derechistas, amante del orden y afecto, al parecer, al Movimiento Nacional". Tras una breve estancia en prisión, es puesto en libertad y vive un periodo de grandes dificultades económicas. Finalmente, entra en una empresa constructora como jefe de sección, cargo que desempeña hasta su muerte, a los 57 años de edad. 

miércoles, 9 de octubre de 2013

Jane Anderson Cienfuegos (1888-?)

Mujer de enigmática trayectoria, corresponsal de guerra y simpatizante nazi, colabora activamente desde Estados Unidos en la promoción de las Rutas Nacionales puestas en marcha por Luis Bolín

Decía uno de sus biógrafos que Jane Anderson Cienfuegos estaba destinada a romper más corazones, destruir más hogares y azuzar más tensión internacional que un vagón lleno de Escarlatas O'Haras.

Corresponsal en tres guerras, coleccionista de amantes, poseedora de una belleza espectacular y de relativo talento para la ficción corta (según el mismísimo Joseph Conrad), con más aires de Mata Hari que de la heroína sureña de Margaret Mitchell, Jane Anderson Cienfuegos hizo una sonada parada en la España en guerra durante su turbulenta y conradiana biografía.

Estadounidense, el 23 de octubre de 1934 había contraído matrimonio en la catedral de Sevilla con un supuesto marqués español al que había conocido en París, Eduardo Álvarez de Cienfuegos -en realidad jugador profesional y gigoló-. Residía en España, ejerciendo de marquesa desde su boda. Convertida al catolicismo poco antes del enlace, de tendencia anticomunista y filogermánica, en julio de 1936 iba a ofrecer inmediatamente sus servicios reporteriles al bando franquista. Pronto comienza a enviar crónicas de guerra al británico Daily Mail.

Tres semanas en una checa madrileña, en el otoño de 1936, bajo una acusación de espionaje, le dieron al melocotón de Georgia-tal era su apodo- inspiración suficiente para embarcarse en una gira de conferencias por todo Estados Unidos. Anderson había sido detenida el 23 de septiembre y excarcelada a mediados de octubre, a condición de que abandonase inmediatamente España, gracias a la mediación personal del cónsul Eric C. Wendelin. La narración de la experiencia carcelaria así como el relato de la Guerra española -durante la que asegura haber aprendido el castellano para alfabetizar a los niños en una escuela local de las afueras de Madrid- la convierten, según el diario Catholic Digest, en la más famosa oradora del mundo en la lucha contra el comunismo.

Pese a esta evidente hipérbole de la publicación católica, consta que la sureña, originaria de Atlanta, Georgia, en sus encendidas y vehementes charlas sobre las torturas comunistas, mientras narra las vejaciones infligidas a una vendedora de flores que había osado comentar públicamente que no podía ser tan malo creer en Dios, o se detiene en las violaciones sistemáticas de religiosas, se gana al público católico estadounidense, que, cautivado por su florida oratoria, presiona a la Administración Roosevelt para que Estados Unidos mantenga su rigurosa política de no intervención.

Además, el Spanish State Tourist Service, ideado y gestionado por Anderson con patrocinio franquista y contactos españoles como el director general de Turismo y antiguo delegado de prensa franquista, Luis Bolín, va a ser la única agencia de viajes especializada en el turismo de Guerra. Su intención es permitir a los católicos estadounidenses constatar de primera mano los efectos de la barbarle comunista.

Lo cierto es que, para entonces, la marquesa de Cienfuegos ha superado holgadamente los 40 años -nació un 6 de enero de 1888, o de 1896, según atendamos a uno u otro biógrafo- y, en parte por su adicción a los barbitúricos y al alcohol, secuela de sus años como corresponsal del londinense Daily Mail durante la Primera Guerra Mundial, o quizá consecuencia de las "torturas" padecidas en España, ha perdido parte de su legendaria belleza pelirroja. Una belleza que debía de ser notoria, porque en su nómina de amantes Anderson cuenta con eminentes figuras de la prensa -como Lord Northcliffe, propietario de The Times, Daily Mirror y The Observer, entre otras cabeceras- y la literatura, como Joseph Conrad (al que sólo se le conoció esta infidelidad, y aún así muy discreta, a su esposa, Jessie George). Además, a finales de la Primera Guerra Mundial, mientras se alojaba en el parisino Hotel Crillon, la futura marquesa fue acusada de espionaje por sus relaciones cercanas con los embajadores italiano y japonés.

Quizá celosa de sus encantos, otra notable y hermosa mujer de las letras anglosajonas, Rebeca West -amante en su caso de H. G. Wells-, decía que la belleza de Jane Anderson era tan embelesadora como absolutas su estupidez y estrechez de mente, hasta el punto de dudar de que fuera capaz de distinguir entre un bando y otro durante la Primera Guerra Mundial.

Joseph Conrad la tenía en mucha más alta estima. Tras recomendar la publicación de sus historias cortas a su propio agente literario, J. B. Pinker, elogia a esta "muchacha encantadora, generosa y con talento".

Jane Anderson regresa a España en 1939, donde recibe, según comenta la historiadora Ruth Keene, la Medalla al Valor Militar de manos de Francisco Franco. En la primavera de 1941 reside en la pensión Continental de Berlín, y tras encontrarse personalmente, el 10 de mayo de 1941, con Joseph Goebbels, ministro de Instrucción Pública y Propaganda nazi, quien aparentemente apreciaba su labor propagandística para el falangismo español, Jane Anderson Cienfuegos comienza a publicar en el periódico nacionalsocialista publicado en ingles News from Germany. Pronto empiezan también sus retransmisiones bisemanales de propaganda pronazi en onda corta, que duran desde el 14 de abril de 1941 hasta el 6 de abril de 1942. Cuentan que, en un alarde de extravangancia, Anderson, apodada desde entonces Lady Haw Hawn, gusta de hacer sus retransmisiones vestida con el uniforme de enfermera nacional, que incluía una capa gris y la roja boina carlista.

En julio de 1943, junto con otros célebres americanos pronazis como el poeta Ezra Pound -que retransmitía desde Italia en favor de Mussolini-, es inculpada por traición. Se convierte así en una de las cuatro mujeres norteamericanas juzgadas por este delito durante la Segunda Gran Guerra.

Detenida finalmente en Salzburgo en 1947 tras repetidos intentos de refugiarse en España, Anderson tiene que afrontar un juicio. Si Pound es considerado demente y recluido durante 12 años en el Hospital de Santa Elizabeth de Washington, no se encuentran indicios inculpatorios suficientes para encarcelar a Anderson. Sin embargo, durante más de dos años, cada jueves y cada sábado a las nueve de la noche, la antigua corresponsal bélica había lanzado desde Berlín loas a Hitler, "el cruzado inmortal, el gran amante de Dios", en un programa que comenzaba invariablemente con una divisa: "Recuerden siempre que los americanos progresistas comen cereales Kellogg y escuchan ambos lados de cada historia".

Se desconoce cuándo y dónde muere Jane Anderson, aunque antiguas amistades, como la novelista Katherine Anne Porter -que se inspira en Anderson para su Condesa de Ship of fools-, aseguran que desde 1948 Jane Anderson Cienfuegos vivió apaciblemente en España.

martes, 8 de octubre de 2013

Johannes Bernhardt (1897-1980)

Empresario establecido en el protectorado marroquí desde los años 30 y emisario de Franco en la primera solicitud de ayuda material a Hitler, defiende durante la Guerra los intereses económicos alemanes en España

La ayuda de Alemania a Franco es uno de los factores decisivos de la Guerra Civil española. Historiadores y analistas coinciden en que sin ella el general sublevado no habría conseguido la victoria. En el complejo entramado que sostiene la contribución germana destaca la figura de Johannes Bernhardt, un hombre de negocios alemán afincado en el protectorado español de Marruecos. Él entrega en mano a Hitler la primera misiva enviada por Franco al Führer solicitando ayuda efectiva a Alemania.

Bernhardt, antiguo combatiente de la Primera Guerra Mundial, sirvió como voluntario en los frentes occidental y oriental y fue condecorado con la Cruz de Hierro. Finalizada la Guerra, se convierte en un exitoso hombre de negocios en Hamburgo. Con la gestión de sus empresas reúne una considerable fortuna, pero en la segunda mitad de los años 20 le sobrevienen graves pérdidas económicas que le obligan a deshacerse de casi todas ellas. En 1930 decide abandonar Alemania para establecerse en el Marruecos español, concretamente en Larache. Gran número de alemanes se ven obligados a emigrar de su país debido a la fuerte crisis económica, y muchos se establecen en España, principalmente en Andalucía, Cataluña, Madrid y el País Vasco.

Como representante de la compañía H. Tönnies, Bernhardt se dedica a la importación y a la exportación. No tarda en mudarse a Tetuán, capítal del Protectorado, pocos meses antes de que la compañía establezca allí su sede central. Entra en contacto con militares como Emilio Mola y Eduardo Sáenz de Buruaga, que ya por entonces conspiran contra la República. Muy pronto muestra su simpatía por la doctrina nacionalsocialista de Hitler y se afilia al partido inmediatamente después de la llegada del Führer al poder.

Tres días después del levantamiento de las tropas españolas del norte de África, Bernhardt aprovecha sus relaciones con los militares españoles para entrar en contacto con el general Franco. El día 21 de julio se entrevista con él. Hay entendimiento entre ellos y al día siguiente vuelven a verse. Franco va al grano y le pide que le lleve una carta en mano a Adolf Hitler.

La misiva, firmada en Tetuán con fecha de 23 de julio de 1936, comienza justificando el alzamiento militar como una acción contra la "democracia corrupta" y las "fuerzas destructivas del comunismo". A continuación, sin muchos más preámbulos, y a pesar de que no se conocen personalmente, el general sublevado le pide a Hitler aviones y armamento. Firma como el "Jefe Supremo de las Fuerzas Militares en Marruecos".

Bernhardt acepta la misión, no sin antes negociar las condiciones económicas. La expedición a Berlín la completa el jefe del partido nacionalsocialista en Marruecos, Adolf P. Langenheim, y el capitán de aviación español Francisco Arranz Monasterio.

Los primeros problemas de la misión se producen en el mismo aeródromo de Tetuán. El avión elegido es un Ju-52 de la compañía Lufthansa que ha sido requisado tres días antes por las fuerzas sublevadas. La confiscación del aparato desagrada en Berlín, donde se escuchan airadas críticas contra Franco. El general logra, a distancia, persuadirles, esgrimiendo que el fin último es la lucha contra el comunismo y, el mismo día 23 de julio, el Ju-52 despega del aeródromo de Tetuán con destino a Berlín.

Después de tres escalas y algún que otro problema técnico, el avión de Bernhardt llega a Berlín. El responsable del Servicio Exterior nacionalsocialista, Ernst-Wilhelm Bohle, le presenta al lugarteniente del Führer, Rudolf Hess. Éste, complacido con las noticias que le trae, consigue una recepción con Hitler para ese mismo día. Al parecer, el dictador germano estaba muy interesado en la evolución de los acontecimientos en España.

La entrevista se produce en la localidad de Bayreuth, donde el Führer asiste al festival anual dedicado a Wagner. Nada más encontrarse, Bernhardt saca la carta y se la traduce. Hitler escucha atentamente y pide más detalles a medida que avanza la lectura. Tiene especial interés en conocer más datos de la personalidad de Franco. Bemhatdt responde dignificando la figura del general español y atribuyéndole los rasgos de un firme líder militar.

GÖring pone objeciones a la intervención, pero Hitler simpatiza con la petición de los rebeldes españoles y ese mismo día decide ayudarles. Comienza la Operación Fuego Mágico. El papel de Bernhardt es fundamental a la hora de llevar a buen puerto el propósito de Franco. Incluso consigue más aviones de transporte de los que el general solicitaba en la carta, lo que le valdrá una larga y honda amistad con Franco.
A partir de ese día, Bernhardt trabaja codo a codo con Göring para ejecutar la operación. Sus dotes de comerciante le sirven para proponer la creación de una empresa hispano-alemana que canalice las ayudas. Así nace Hisma. Bernhardt regresa el día 28 de julio a Tetuán con frutos mayores de lo previsto. A partir del 31 de julio comienzan a llegar desde Alemania, en vuelo directo, los aviones prometidos por Hitler.

El 6 de septiembre hace de traductor en una entrevista entre Franco y el teniente coronel del Estado alemán, Walter Warlimont. Éste último había llegado a España el día anterior junto a un cargamento de material de guerra. Sería el nuevo enlace entre el Reich y los sublevados, nombrado directamente por el ministro de la Guerra alemán, general Von Blomberg. En esta reunión se le expone a Wartlimont la necesidad de más material aéreo y más carros de combate para los franquistas.
Bernhardt mantiene su actividad como intermediario entre Franco y los dirigentes alemanes durante el resto de la contienda. También sigue al frente de Hisma, empresa a la que pronto le sale una filial en territorio germano, la Rowak.
Tras la Guerra, Bernhardt se queda en España, pese a que los aliados solicitan a Franco que lo extradite por considerarle peligroso, pero Franco interviene personalmente para protegerle -se le concederá la nacionalidad española en 1946-. Durante su estancia en España, el empresario dirige Sofindus, un gran grupo de empresas que daba cobijo a multitud de espías alemanes. La compañía, pese a su gran tamaño, será uno de los secretos mejor guardados por el régimen franquista.
En los años 50, Bernhardt se muda a Latinoamérica. Vive en Buenos Aires, donde sigue trabajando como empresario. A finales de los setenta plasma en un libro de memorias los recuerdos del inicio de la contienda española. Pese a que Hitler le pidió que nunca se hablara de la existencia de aquella reunión, Bernhardt consideró que 40 años era tiempo suficiente. Muere en Múnich en 1980.

lunes, 7 de octubre de 2013

Agustín Aznar (1911-1984)

Amigo y estrecho colaborador de Primo de Rivera, su fidelidad a los principios fundadores de Falange, aun sin oponerse explícitamente a la creación del partido único promovido por Franco, termina costándole la cárcel

Agustín Aznar Gerner es hijo del Severino Aznar -destacado sociólogo, fundador en 1919 del partido Democracia Cristiana y, durante la Guerra, director de Previsión Social-. Durante la República permanece en Madrid cursando sus estudios de Medicina, al tiempo que desarrolla su militancia política. Así, el 21 de octubre de 1933 acude al mitin celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid, considerado el acto fundacional de Falange Española. En poco tiempo alcanza gran fama en los enfrentamientos callejeros con las fuerzas de extrema izquierda. Su corpulencia y fuerza física son valores reconocidos por todos. No en vano es campeón de lucha grecorromana.

Fundador del SEU (Sindicato Español Universitario), en 1934 es elegido para dirigir el asalto a la sede del FUE (Federación Universitaria Escolar) en la Facultad de Medicina de Madrid. Expulsado durante un tiempo de la facultad por este incidente, la fama que le reporta le eleva a los cargos más destacados dentro de Falange. Aznar se vuelca entonces por completo en su militancia política. El 18 de junio de 1934, la Junta de Mandos le concede la Palma de Plata. Impuesta por el propio Primo de Rivera por "su perseverancia y ánimo en las ocasiones de más peligro", esta condecoración representa el punto de partida de un prestigio que a partir de ese momento crecerá como la espuma entre los jóvenes falangistas, hasta el punto de ser nombrado en 1935 jefe de las milicias del partido.

El 21 de marzo de 1936 es detenido y conducido, junto a Primo de Rivera y otros falangistas, a la cárcel Modelo de Madrid tras la ilegalización de Falange. En poco tiempo, su celda se convierte en centro de reunión falangista. Ante la constante aglomeración, las autoridades penitenciarias deciden trasladarle a la cárcel de Vitoria. Desde allí, no obstante, seguirá mandando órdenes a los miembros de Primera Línea, las milicias de Falange: "Mientras estuve en la prisión de Vitoria", según recoge Ian Gibson en su obra En busca de José Antonio, "me preocupé de vitalizar aquella Falange, transmitiendo órdenes y consignas que favorecían la moral de los camaradas".

Comenzada la Guerra Civil, Aznar es liberado y ocupa importantes responsabilidades políticas y militares. En septiembre participa en el más serio intento de liberación de Primo de Rivera, preso en una cárcel de Alicante: "Ante todo, lo que yo quería, ardientemente, era liberar a Primo de Rivera. Pensaba, sin tregua, en la operación que podría devolvernos a nuestro jefe". Sin embargo, al igual que los proyectos anteriores, éste también fracasará.

El plan consistía en salir de Sevilla a bordo del buque mercante alemán Iltis. Aznar dirige un grupo de falangistas -entre los que se encuentra el boxeador, campeón de Europa, Paulino Uzcudun-que con un millón de pesetas, procedentes del Banco Central de Sevilla, para comprar los favores de ciertas autoridades republicanas, tienen que liberar al jefe nacional de Falange. Logran desembarcar en Alicante y entrevistarse con algunas autoridades, entre ellos un dirigente del PSOE al que promete la cantidad de seis millones de pesetas, además de garantías de paso a la zona nacional para su familia, a cambio de su colaboración para la liberación de Primo de Rivera. Pero el tropiezo de Aznar con un guardia de asalto provoca la alerta. El plan queda abortado y tiene que huir disfrazado con uniforme de marinero alemán.

En plena Guerra Civil es uno de los jerarcas falangistas más destacados de la España nacional. Será entonces cuando Manuel Hedilla, sucesor de Primo de Rivera en la Jefatura Nacional de Falange, se enfrente a Franco en abril de 1937, a consecuencia de las órdenes de éste de unificar todas las milicias y partidos políticos del bando nacional en un solo movimiento. En ese momento Aznar, junto a otros de los llamados camisas viejas, como Girón, Sancho Dávila o Rafael Garcerán, maniobran para tratar de desplazar a Hedilla de la jefatura del partido. Forma parte, junto a José Moreno y Sancho Dávila, del triunvirato que se constituye para destituir a Hedilla antes de que pueda reunirse el Consejo que le convierta en jefe nacional del partido.

El asesinato del falangista José María Alonso Goya, consejero del SEU, en Salamanca la noche del 16 al 17 de abril, cuando Hedilla trataba de detener a Aznar y los suyos, precipita los acontecimientos. Al día siguiente se celebra el Consejo Nacional convocado días antes por Hedilla, en el que se adopta su nombramiento como jefe nacional de Falange. A su vez, Franco promulga el día 19 el decreto de unificación de Falange con los tradicionalistas. Una vez asumido por el Caudillo el mando supremo del partido único FET y de las JONS, Hedilla es detenido y sometido a un consejo de guerra por oponerse a la unificación, mientras Aznar es nombrado consejero nacional del partido y asesor político de Milicias.

Sin embargo, durante el último año de la Guerra, aumentan las sospechas de Franco sobre los camisas viejas y su animadversión por Aznar. Llega a confesar a algunos de sus colaboradores que de Aznar le molesta todo: sus formas, sus tacos, sus ademanes y su tono de voz.

No tardarán en manifestarse las consecuencias de estas sospechas. Aznar, en este momento ya casado con Dolores Primo de Rivera -prima de José Antonio- es acusado de conspiración política. Tras ser juzgado por un tribunal militar, es relevado en junio de 1938, junto con González Vélez -otro camisa vieja- de sus cargos de consejero nacional y de jefe de Milicias y condenado a un año de arresto domiciliario por tratar de reformar y fortalecer la estructura del partido único como pilar del Nuevo Estado.

Atrás quedan los días en los que Primo de Rivera le tuvo como uno de sus más cercanos amigos. La unión que entre ambos existía era realmente fuerte. Así lo demuestran las palabras que Primo de Rivera le dedica en la última carta que escribe a su prima: "Y a ese magnífico gordo dile que, para que yo le guarde en mi memoria como si de uno de los miembros de mi familia se tratara, basta con lo que ha hecho hasta ahora".

El fin de la Guerra Civil y el inicio de la Segunda Guerra Mundial le permite regresar a los frentes de combate. Así, se alista voluntario en la División Azul. Más tarde regresa a España y retoma su vida, aunque sigue ocupando algunos puestos en el aparato del Estado. Pero es tras la muerte de Franco cuando vuelve a la actividad política; en plena Transición se convierte en uno de los pilares de la refundada Falange Española de las JONS, puesto que mantiene hasta su muerte.

Aznar nunca podrá escapar a su condición de camisa vieja. Siempre pertenecerá, en palabras del historiador Stanley G. Payne, al grupo de "legitimistas", frente a los llamados "recién llegados", de Falange; de los que, tras la desaparición de Primo de Rivera, tratan de preservar las esencias del partido y la utilización de la figura del fundador.