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viernes, 18 de julio de 2014

Alcalá-Zamora y Torres, Niceto (1877-1949)

Abogado. Miembro, desde su primera juventud, del Partido Liberal Monárquico. Letrado del Consejo de Estado. Profesor auxiliar de la Facultad de Derecho de la Universidad de Madrid. Durante muchos años, diputado a Cortes por el distrito de La Carolina (Jaén). «Cacique contumaz», según lo definió Mella. Llamado, despectivamente, el Botas, por usar habitualmente este tipo de calzado. Director general de Administración Local. Subsecretario de Gobernación. Ministro de Fomento. Representante de España en la Sociedad de Naciones. Ministro de la Guerra. Presidente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y miembro de la Real Academia Española. 

Transigió, en un principio, con la dictadura del general Primo de Rivera, aunque, poco tiempo después de caer ésta, en un discurso pronunciado en Valencia (abril de 1930) se declaró abiertamente republicano, suscribiendo el llamado Pacto de San Sebastián en representación de la Derecha Liberal Republicana, lo que influiría no poco para que, en abril de 1931, muchos elementos burgueses y conservadores votasen a favor de la República. A finales de 1930, siendo presidente del comité que preparaba el advenimiento del nuevo régimen -conocido por el nombre de Comité Revolucionario- fue detenido y encarcelado, siendo condenado, junto con otros prohombres republicanos, a seis meses de prisión, aunque todos los encausados fueron puestos en libertad en el momento mismo en que concluyó el juicio. 

Al proclamarse la República, en abril de 1931, fue elegido presidente del Gobierno provisional -Gobierno que asumió todos los poderes del Estado tras la huida de Alfonso XIII-, puesto del que dimitió al discutirse en el Congreso de los Diputados el artículo 27 de la Constitución, que prohibía que las órdenes religiosas se dedicasen a la enseñanza, autorizaba la nacionalización de los bienes de dichas órdenes y acordaba la disolución de la Compañía de Jesús y la expulsión de sus miembros, todo lo cual pugnaba con su condición de católico convencido y practicante. En diciembre del mismo año, dos días después de haberse aprobado la Constitución -que, en su articulado, recogía todos aquellos principios que tanto le contrariaron mientras se discutían en el Parlamento-, fue elegido primer presidente de la II República española, cargo del que fue depuesto por las Cortes el 7 de abril de 1936, tras ser acusado de haber rebasado las facultades que la Constitución confería al jefe del Estado. Al estallar la guerra civil se hallaba en el extranjero realizando un viaje de recreo en unión de su familia, y optó por no regresar a España ni apoyar a ninguno de los dos bandos contendientes, no concediéndosele otra intervención política durante la contienda que la de demandar a su consuegro, el general Queipo de Llano, que interviniese en favor del general Batet, condenado a muerte por los nacionalistas y ejecutado poco tiempo después. 

Al final de su citado viaje vivió algún tiempo en París, Pau y Marsella, en cuyo puerto se embarcó, ya en plena Segunda Guerra Mundial, con rumbo a Buenos Aires, adonde llegó 236 días después, y en cuya ciudad residió hasta su fallecimiento. Tras la restauración de la monarquía en la persona de Juan Carlos I, sus restos mortales fueron trasladados a España. Durante su estancia en la República Argentina, que se desenvolvió en un ambiente rayano en la pobreza, desarrolló una callada labor intelectual, pronunciando conferencias y colaborando en los periódicos y revistas de mayor circulación de Buenos Aires.

Autor de numerosos libros sobre cuestiones jurídicas y otros diversos temas, entre los que cabe señalar El Poder en los Estados de la Reconquista, Los intentos del pacifismo contemporáneo, El Derecho y sus colindancias en el teatro de D. Juan Ruiz de Alarcón, Reflexiones sobre las Leyes de Indias, Régimen político de convivencia en España, La oratoria española, Figuras y rasgos, El pensamiento de «El Quijote» visto por un abogado, Dudas y temas gramaticales, La Guerra Civil ante el Derecho Internacional, Los protagonistas en la vida y en el arte, etc. Autor, asimismo, de un libro titulado Memorias (Segundo texto de mis Memorias), las primeras, según testimonio del propio Alcalá-Zamora, le fueron sustraídas durante la Guerra Civil por orden de las autoridades republicanas (Largo Caballero, Ángel Galarza y Santiago Carrillo, entre otros) de la caja de un banco en el que se hallaban depositadas, publicadas por Ed. Planeta, S. A., Barcelona, 1977. 

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