Adsense

martes, 5 de agosto de 2014

Alfambra, batalla de

La Batalla de Alfambra fue un combate ocurrido durante la Guerra Civil Española entre el 5 y el 8 de febrero de 1938 en la cuenca del río Alfambra, unos 25 kilómetros al norte de la ciudad de Teruel, que era cercada por las tropas rebeldes en una durísima batalla.

Tras la recuperación de Teruel por las tropas republicanas el 7 de enero, el mando militar del bando nacional planificó continuar con las ofensivas en contra del Ejército Popular de la República, ya debilitado y agotado en la defensa de la recién recobrada Teruel, y obligado a resistir el contraataque de las tropas franquistas en medio de un crudo invierno. Rendida Teruel, las tropas franquistas lanzaron un contraataque por el norte hacia el Alto de Celadas y El Muletón, que dominan el valle del río Alfambra. El día 17 de enero, los nacionales rompen las líneas republicanas y amenazan con cortar la carretera de Alcañiz, en medio de una serie de tenaces combates aéreos. Las Brigadas Internacionales de la 35.ª División acuden al lugar para detener a las tropas sublevadas mandadas por el general Antonio Aranda.

Sin embargo, ese mismo día se estanca la ofensiva de los nacionales, debido al clima extremadamente frío, que impide movilizar tropas en el montañoso terreno de la provincia de Teruel. Los mandos sublevados aprovechan el descanso para establecer su plan de ataque contra la cuenca del río Alfambra, con el fin de quebrar la resistencia republicana y cercar decisivamente la ciudad de Teruel por el norte.

Para la ofensiva de los nacionales sobre el valle del Alfambra se había planificado la participación del Cuerpo de Ejército Marroquí en el extremo norte, al mando del general Juan Yagüe, al centro la Agrupación de Enlace, mandada por el general José Monasterio Ituarte (donde destacaba su 1.ª División de Caballería), y al sur el Cuerpo de Ejército de Galicia a las órdenes del general Antonio Aranda. En total las fuerzas atacantes sumaban unos 100,000 soldados, divididos en cerca de diez divisiones apoyados por 400 a 500 cañones ligeros y pesados.

Las fuerzas republicanas en esta zona estaban formadas por el XIII Cuerpo de Ejército (integrado en el Ejército de Levante, dirigido por el general Juan Hernández Saravia), basado en la 42.ª División republicana, en cuyos flancos se hallaban las divisiones 27.ª y 39.ª, veteranas y experimentadas, pero mermadas en hombres y material. Más a su retaguardia se hallaba la 19.ª División, aún bisoña en combate, y la 66.ª División. Tales tropas tenían a disposición muy pocas piezas de artillería y menos de la mitad de hombres que las tropas atacantes.

El día 5 de febrero de 1938, los franquistas iniciaron un fuerte bombardeo de artillería y aviación sobre los cuatro puntos de partida de su ofensiva sobre el río Alfambra. A media mañana, desaparecidas las primeras fortificaciones republicanas, que fueron reducidas a escombros, se inició el asalto por las fuerzas de choque. El factor más importante y decisivo de la batalla lo jugó sin duda alguna la aviación nacional.  El asalto de la infantería nacional abrió un profundo corredor de más de 15 kilómetros en las posiciones de la 151 Brigada Mixta republicana, corredor que luego usaría la División de Caballería del general Monasterio. Poco después un masivo ataque de la caballería de Monasterio, donde se apreció la primera desbandada de tropas republicanas, permitía a parte de dicha caballería tomar los poblados de Argente y Visiedo. En este momento el general Hernández Saravia requiere al general comunista Valentín González "El Campesino" que le envíe de refuerzo a la 10.ª Brigada Mixta, mucho mejor armada y experimentada, pero González se niega.

Durante los días 6 y 7 se siguieron produciendo combates, hasta que el 8 de febrero, convergieron en Perales de Alfambra las tropas nacionales de Aranda desde el sur, y las de Yagüe desde el norte. El enlace de ambas fuerzas con las de la 5.ª División y las de la 1.ª de Caballería, o Agrupación Monasterio, significó de hecho la conclusión de la batalla del Alfambra. En los días siguientes la "División Monasterio" fue la encargada de limpiar el territorio recién ocupado. Poco después la caballería volvería a su tarea habitual como fuerza de enlace entre las grandes masas de maniobra al norte y sur del río Ebro.

La República perdía así 14 poblados con más de 1000 kilómetros cuadrados, mientras que 7000 hombres fueron hechos prisioneros y 15000 fueron bajas de distinto tipo. Además del importante desgaste sufrido por el Ejército Popular, el desastre del Alfambra preparó el camino para la posterior caída de Teruel.

Para el historiador Hugh Thomas (La guerra civil española, Ed. Urbión. Madrid. 1979) la carga de los 3000 jinetes al mando del General Monasterio perteneciente a la 1ª División de Caballería del Ejército Nacional,  puede considerarse como la carga de caballería más espectacular de toda la contienda española y, posiblemente la última en la historia de la guerra, a excepción de algunas acciones protagonizadas por el ejército soviético en 1942, en las proximidades del mar Caspio. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario