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martes, 30 de septiembre de 2014

El S.E.U. y los deportes (Diario: Imperio, diario de la Falange de Zamora)

«Mens sana in corpore sano». 

Harto conocido es este aforismo, por cuya virtud, aquellos que nacían deformes o contrahechos, eran arrojados por espantosos precipicios, considerándolos la escoria de una sociedad, que se componía, en su esencia, de hombres fuertes y útiles. En aquellos tiempos en que el Imperio Romano se desmoronaba sin remisión alguna, los propios emperadores cuidaban aún de los juegos del circo y lanzaban con sus manos a la arena, unas cuantas monedas que servían de recompensa al gladiador más diestro o le ceñían en sus sienes la corona de laurel, que le proclamaba invicto y esforzado. En la Edad Media, eran deportes, con inusitada frecuencia practicados, aquellos torneos, donde los caballeros demostraban públicamente su pericia en el manejo de la lanza y del caballo. 

Hoy día, nos encontramos con millares de ejemplos, donde el efecto más simple, la más ligera impresión o el más sencillo movimiento, constituyen un fenómeno deportiva, que pocas veces nos detendremos a observarle y pasará sin percatarnos de su presencia. 

El niño, apenas ha tenido noción de lo que le rodea, aun no ha tenido tiempo de aprender a moverse ni a semi-comunicarse con sus semejantes, siente ya la imperiosa necesidad de jugar. El deporte, es, pues, en su forma más elemental de manifestarse, una necesidad fisiológica puramente instintiva, nacida en el nuevo ser de algo que le falta para completar el mecanismo de su existencia en el 
mundo de las personas y de las cosas. 

Si los escolares no alternasen los juegos con el estudio, pronto los veríamos decaer hastiados de la agotadora labor diaria, para entregarse a la ociosidad. 

En la sociedad civilizada, el que levanta de una manera periódica, una piedra u otro peso cualquiera; el que cava la tierra, levantando y dejando caer a intervalos regulares el azadón, observa, cómo al cabo de cierto tiempo, se han endurecido sus músculos y se ha ampliado su pecho, sintiéndose lleno de salud y de optimismo. 

He aquí de que manera, imperceptiblemente, se convierte el trabajo en deporte; y aun en aquellas tribus salvajes, que viven alejadas de toda civilización, el deporte halla su manifestación más inmediata en el indígena que lanza una flecha, trepa por un árbol, se sumerge bajo el agua o transporta bajo sus hombros los materiales que ha de emplear en la construcción de su albergue. 

Si en las modernas Universidades, no se construyesen al lado de amplísimas aulas, soberbios campos de deportes, no podrían formarse por entero, ni aprender a ser hombres, los jóvenes que a ellas asisten. 

Es también indudable que el deporte, como toda acción que se ejecuta perfecta, lleva anejo un sentido de belleza, que su contemplación provoca en los demás; de aquí el enorme auge alcanzado en la época actual por aquellos, en que la consecución de lo bello, estriba en una competición humana. 

Sentado queda así, que el deporte lo necesita el ser humano como al aire que respira, y que si por un momento faltase de la tierra, los pueblos se hundirían automáticamente, los hombres, endebles, serían arrastrados por el soplo del viento y todo lo precipitaría para siempre en el abismo la relajación de las costumbres. 

Las grandes naciones de la época actual, Alemania, Italia, se preocupan de la educación física de sus habitantes, convencidas de la extraordinaria importancia que posee para alcanzar sus voluntades de Imperios libres. 

En España, para formar el nuevo Estado, se necesitan hombres fuertes de cuerpo y espíritu. Hay que conseguirlo. ¿Cómo? Intensificando en sumo grado los deportes entre los universitarios, sometiéndolos a normas fijas e imponiendo la instrucción premilitar. 

¿Quién lo ha de conseguir? El S.E.U., que ha colocado este problema tan interesante entre sus postulados esenciales, con la unión y la disciplina de todos. 

¡Estudiantes, nutriendo las filas del Sindicato Español Universitario, contribuiréis a forjar la España nueva, en la que han de imperar, la unidad, la grandeza y la libertad de sus destinos! 

¡ARRIBA ESPAÑA!

Imperio : Diario de Zamora de Falange Española de las J.O.N.S. Año I Número 10 - 1936 Noviembre 09

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