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sábado, 26 de febrero de 2011

El teniente de Asalto don José del Castillo fue muerto en la calle Augusto Figueroa

La noticia oficial 

El subsecretario de Gobernación, Sr. Osorio Tafall, recibió a última hora de la noche del domingo a los periodistas, a quienes dio la versión oficial del suceso ocurrido en la calle de Augusto Figueroa, en el trozo que hay entre las calles de Fuencarral y Hortaleza. 

El subsecretario dijo que a las diez y cinco minutos, en la calle de Augusto Figueroa, donde vivía el teniente de Asalto D. José del Castillo, perteneciente al segundo grupo, -que tiene su alojamiento en el cuartel de Pontejos, esperaba un grupo, al parecer de cuatro individuos. A esa hora el señor Castillo salió de su domicilio para tomar el servicio, que empezaba a prestar a las diez. 

Un testigo ha dedlarado que pudo escuchar cómo uno de los cuatro individuos dijo: «Ese, ése es», señalando al teniente Castillo. Al acabar de oír esto cayó al suelo, a efectos de un fuerte empujón, y simultáneamente sonaron varios disparos. Se repuso rápidamente este testigo, a tiempo de recibir al Sr. Castillo al desplomarse. 

Ayudado por otro vecino de la misma calle trasladaron al señor Castillo a un automóvil y se dirigieron al Equipo Quirúrgico. 

El teniente falleció en el camino. 

Terminó diciendo el Sr. Tafall que se habían practicado algunas detenciones. 

Cómo cuenta un testigo presencial el atentado 

Ampliando la noticia oficial facilitada en el ministerio de la Gobernación, uno de nuestros compañeros en la Prensa se entrevistó con unos de los testigos presenciales del doloroso atentado que costó la vida al teniente de Asalto Sr. Castillo. 

Este testigo, que se llama Fernán Cruz, dijo: 

«Serían aproximadamente las nueve y media de la noche cuando subí en la glorieta de Quevedo a un tranvía del disco número 18, que, por cierto, tardó bastante en llegar a la esquina de la calle de Augusto Figueroa, en la de Fuencarral, en cuyo lugar hube de apearme del coche. 

Al pasar junto a la capilla que allí existe, me descubrí y me quedé mirando fijamente a un viejo, cuya actitud me extrañó, pues haciendo unos gestos grotescos estaba santiguándose arrodillado ante la ermita. 

En aquel instante, al entrar en la calle de Augusto Figueroa, volviendo la esquina de la capilla, vi venir hacia mí a un teniente de Asalto que dejaba la acera de enfrente, sin duda para entrar en la calle de Fuencarral, por la opuesta. No habría llegado al centro de la calle cuando, tras él, irrumpieron cuatro o cinco individuos-no puedo determinar el número exactamente-, a uno de los cuales le oí gritar: 

«Ese es, ése es; tírale.» 

Acto continuo se produjo un terrible tiroteo, cuyas balas alcanzaron al oficial de Asalto que, dando traspiés, vino a caer sobre mi cuerpo, derribándome en tierra, lo que me produjo una lesión en el codo que acaba de serme curada por los médicos de este establecimiento. 

Intenté levantarme, lo que conseguí difícilmente, y al notar que había perdido las gafas, las busqué, encontrando unas junto al cadáver. Al fijarmelas ante los ojos observó que no veía, lo cual atribuí a mi estado de mareo y nervosidad causado por el horror que me produjo el suceso. Instantes después un individuo me entregaba unas gafas que eran las mías, y entonces comprendí por qué se me nublaba la vista. 

En aquel momento se me acercó un joven, D. Félix Terán, y con su ayuda colocamos el cuerpo de la víctima en un automóvil, que a la sazón pasaba por aquel sitio, y le trajimos al Equipo Quirúrgico. 

Recuerdo exactamente las últimas palabras que pronunció el desventurado teniente: «Lléveme con mi mujer, que ha poco se ha separado de mí.» 

Nuestro compañero pregunta al Sr. Fernán Cruz si podría recordar la fisonomía y el aspecto de los agresores. Este señor contesta rápido: 

-Imposible. Era tal mi estado de nervosidad y tal la confusión y circunstancias en que el suceso se produjo, que no podría decir cómo iban vestidos, y mucho menos sus señas personales, lo cual lamento con toda mi alma, porque la muerte del Sr, Castillo ha sido una verdadera iniquidad. La visión de esta tragedia no se borrará fácilmente de mi memoria. 

En el Equipo Quirúrgico 

El teniente de Asalto D. José del Castillo, después del atentado fue conducido en un «taxi» rápidamente al Equipo Quirúrgico por los testigos presenciales del hecho Sres. Fernán Cruz y Terán. En el camino, como se dice en la referencia oficial, falleció el señor Castillo. 

No obstante, por si aún podía hacer algo la ciencia, los doctores de guardia, Sres. Moreno Butragueño y Tainames, auxiliados por el ayudante Sr. Mateo, reconocieron a la víctima, a la que apreciaron una herida de arma de fuego con orificio de entrada por la cara posterior del brazo izquierdo, tercio interior, y salida por la cara anterior, con fractura conminuta del húmero, y otra, también de arma de fuego, en la región precordial, con entrada por el quinto espacio intercostal y sin orificio de salida, mortal de necesidad. 

Esta última herida, según loa facultativos, fue la que le ocasionó la muerte. 

También fue atendido por los médicos de guardia el testigo presencial del suceso Sr. Fernán Cruz, quien resultó herido a consecuencia de una caída que sufrió al oir las dentonaciones. 

No habían terminado los facultativos de curar a este señor cuando llegó en una ambulancia el joven de dieciocho años José Luis Alvarez, habitante en La calle de Malasaña, número 29, y dependiente de una farmacia, el cual fue alcanzado por uno de los disparos hechos por los agresores del Sr. Castillo y presentaba una herida de arma de fuego en la cara posterior del muslo izquierdo, con fractura conminuta del fémur, sin orificio de salida. El estado de este herido es grave. 

La esposa del Sr. Castillo acude al Equipo Quirúrgico 

Poco antes de que los médicos hubiesen terminado el reconocimiento del cadáver se presentaron en el Equipo Quirúrgico el director general de Seguridad, Sr. Alonso Mallol; el coronel Sánche Plaza, jefe de las fuerzas de Asalto; varios jefes y oficiales compañeros de la victima, el comisario D. Antonio Lino y gran número de agentes de Policía, quienes inquirieron la forma en que se habla realizado el suceso. 

Momentos después llegaba al centro benéfico la esposa del teniente Castillo, que habla recibido aviso de algo anormal ocurrido a su esposo. Las personas que se hallaban presentes trataron de disuadirla de que viera el cadáver, para evitar tristes escenas, y lograron que se ausentara, convenciéndola de que su esposo 
estaba herido, pero no muerto, como ella suponía. De todas formas, la escena fue desgarradora, pues la infeliz señora se resistía a creer a los que, al fin, consiguieron que se marchase de allí. 

El cadáver del teniente es conducido a la Dirección general de Seguridad.- Se instala la capilla ardiente 

Por disposición del director general de Seguridad, poco después de las once de la noche fue llevado a la Dirección de Seguridad, en una ambulancia, el cadáver del infortunado Sr. Castillo. 

El cadáver fue depositado en el despacho del teniente coronel de las fuerzas de Asalto, mientras se ultimaba la instalación de la capilla ardiente en el salón rojo. 

Terminada ésta, el cadáver fue encerrado en una caja de caoba y expuesto en dicho salón. 

Al llegar a la Dirección de Seguridad los restos del teniente Castillo fueron recibidos por el director, el subdirector y los jefes de Seguridad y Asalto. 

En este departamento se congregaron rápidamente la viuda del Sr. Castillo, los hermanos del mismo y sus padres políticos. En el despacho del teniente coronel le fue puesta al cadáver la guerrera, de que había sido despojado en el Equipo Quirúrgico. 

Una vez amortajado y puesto en el túmulo, la viuda y demás familiares, acompañados del señor Alonso Mallol, pasaron a ver el cadáver. La escena fue hondamente dramática. El teniente Castillo había contraído matrimonio hace un mes. 

También acudió a la Dirección de Seguridad desde los primeros momentos el subsecretario de Gobernación, Sr. Ossorio Tafall, quien dio el pésame al director y a los jefes del Cuerpo. 

Asimismo acudió a dicho centro oficial, con el mismo objeto, un ayudante del presidente del Consejo y ministro de la Guerra, Sr. Casares Quiroga. 

Se reciben las primeras coronas 

A la Dirección general de Seguridad llegaron, a poco de instalarse la capilla ardiente, coronas del Ayuntamiento, Cuerpo de suboficiales, agentes de la Brigada de Investigación Criminal, el Cuerpo de Seguridad y Asalto y Parque Móvil. 

Millares de personas desfilan ante el cadáver del Sr. Castillo 

Ante el cadáver del teniente de Asalto Sr. Castillo han desfilado ayer millares de personas, entre las que vimos muchos jefes y oficiales del Ejército. 

Estuvieron también en la Dirección diputados socialistas, comunistas y republicanos y el gobernador civil. 

Al lado del cadáver, velándolo, se encontraban los familiares de la víctima. Entre ellos estaba Carlos Castillo, abogado del S. R. I. y primo del finado, con su esposa, Carmen Manso; la mujer de la víctima, Consuelo Morales; los hermanos del muerto, Pedro, Francisco, Grisaldo, Atocha y Dolores. 

Por la tarde se formaron a la puerta de la Dirección general de Seguridad largas colas para desfilar ante el cadáver del teniente de Asalto muerto en el atentado de la calle de Augusto Figueroa. 

Llega a Madrid la madre del teniente Castillo 

Ayer por la tarde, a última hora, llegó a Madrid, trasladándose a la Dirección general de Seguridad, la madre del teniente de Asalto don José del Castillo, que se encontraba, al producirse el suceso del que ha resultado muerto su hijo, en Alcalá la Real (Jaén). 

Ante el Juzgado número 3 declara la viuda 

Ante el Juzgado número 3, que instruye el sumario, ha declarado ayer la viuda del teniente señor Castillo. 

Según informes particulares, la viuda refirió que su esposo habla sido objeto de amenazas por parte de elementos falangistas, de las que tenían conocimiento los compañeros del teniente Castillo, algunos de los cuales han sido también amenazados por los mismos elementos. 

El entierro será hoy, a las nueve 

El entierro del cadáver del teniente Castillo se verificará en la mañana de hoy, a las nueve. 

Para instruir el sumarlo por la muerte del Sr. Castillo 

Para instruir el sumarlo por la muerte del teniente Sr. Castillo ha sido designado el magistrado del Supremo Sr. Orbeta.

La Libertad La Libertad - Año XVIII Número 5081 - 1936 julio 14 (14/07/1936)

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