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martes, 21 de enero de 2014

Joan Comorera i Solé (1895-1958)

Titular de diversas 'consellerías' de la Generalitat durante la Guerra Civil, ocupará la Secretaría General del PSUC, partido que terminará abandonando tras las disidencias que mantuvo siempre con los comunistas

Terminada la Guerra, el ex conseller de Economía Joan Comorera atravesó la frontera con Francia para emprender el camino del exilio, seguramente convencido de que nunca volvería a pisar suelo español. A sus 44 años, resignado a continuar su labor al servicio de la ideología comunista lejos de su país recién caído en manos de la derecha, en mayo de 1939 decide trasladarse a la URSS. Pero el destino le tiene preparada la vuelta a España, a pesar de su persecución por la dictadura franquista y de las maniobras de sus propios compañeros de partido, que decidirían eliminarlo por haberse convertido en un incómodo disidente dentro de las filas comunistas. Y es que el apoyo que brinda a Lluís Companys en su enfrentamíento con Juan Negrín, durante la crisis gubernamental de agosto de 1938, le valió el distanciamiento con los marxistas.

Once años después, Comorera atravesará de nuevo la frontera en la clandestinidad para lograr la hazaña de publicar -él solo- 32 números de un periódico obrero, comunista y en catalán. Treball -así se llamaba la publicación- circuló, gracias a Comorera, bajo cuerda por Barcelona durante cuatro años, hasta que la policía franquista fuera a buscarle a su casa para encerrarle hasta su muerte en un penal de Burgos.

Aquel exilio de 1939 no significó una absoluta novedad para Comorera. Ya en 1918, marcha a Francia por dos años, después de haber sido encarcelado por un artículo considerado como injurioso por la Guardia Civil. Joan Comorera i Solé nace el 5 de septiembre de 1895 en la localidad catalana de Cervera (Lérida). Desde muy joven colabora en la prensa de tendencia socialista, al mismo tiempo que trabaja como maestro de escuela en su localidad natal.

Acogiéndose a una amnistía, regresa de Francia para instalarse en Barcelona, pero este nuevo destino le dura muy poco tiempo: la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923) le obliga a abandonar nuevamente el país. Esta vez se marcha a Argentina, para evitar ser detenido. Allí continúa colaborando con organizaciones políticas socialistas y con la prensa afín, hasta que un golpe militar le obliga a desplazarse a Montevideo (Uruguay). Permanece en la capital uruguaya hasta la proclamación de la Segunda República -el 14 de abril de 1931-gracias a que se crea un clima más propicio para extender sus ideas catalanistas de izquierdas. Es entonces cuando se produce su salto a la política activa, consiguiendo un acta de diputado en el Parlamento catalán por Unió Socialista de Catalunya (USC), partido en el que ostenta el cargo de secretario general; y de ahí pasa a la Consellería de Agricultura y Economía en el primer Gobierno de Lluís Companys.

Harto de las controversias existentes entre la política catalana y la española, Comorera decide, junto a algunos de sus compañeros de gobierno, apoyar decididamente la insurrección de Asturias de octubre de 1934, hecho que le vale la condena a cadena perpetua en el penal de El Puerto de Santa María (Cádiz). Pero Comorera no pierde el tiempo en prisión. Desde hace años, le ronda por la cabeza la idea de unificar su partido con el Frente Popular y con el Partido Único de la clase obrera en una nueva organización. Cuando le liberan, tras la victoria del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936 -en las que Joan Comorera, aun encarcelado, obtiene un acta de diputado-, todavía no ha cristalizado su objetivo. Tiene que esperar a finales del mes de julio, ya con la Guerra Civil comenzada, para convertirse en el secretario general del nuevo Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC).

La nueva organización política, creada a instancias de Comorera, asiste a un imparable incremento del número de afiliados durante la contienda, y en algún momento de la misma llega a alcanzar los 50.000. El secretario general, por su parte, se dedica a atender sus obligaciones como conseller del Gobierno de la Generalitat, al frente de las carteras de Abastos, primero, y Economía, después. Fomenta las cooperativas industriales en Cataluña, viaja para negociar posibles tratados comerciales con Francia y la Unión Soviética, y aboga por la creación de una industria de guerra propia para todo el territorio catalán. Tras serias disputas con el Gobierno de Negrín en torno a la defensa de la región catalana, que culminarán con la crisis de agosto de 1938, a Joan Comorera le sorprende la entrada de las tropas nacionales en Barcelona, el 26 de enero de 1939, por lo que vuelve a emprender el camino del exilio por tercera vez.

Junto a los dirigentes de la Internacional Comunista -Komintern- y a una delegación del PCE, Comorera, todavía al frente del PSUC, se traslada a Moscú para asistir a un congreso con sus camaradas soviéticos. Allí permanece durante algún tiempo, hasta que una nueva contienda, la Segunda Guerra Mundial, le obliga a marchar a América. Comorera se establece en México con intención de colaborar con el Gobierno republicano en el exilio.

En 1943, la disolución de la Komintern por Stalin supone un duro golpe para el PSUC, y Comorera se traslada a Toulouse (Francia) para tratar de reinventar el partido junto a alguno de sus camaradas. Después de muchas disputas y reflexiones, Joan Comorera decide proponer un programa de democracia popular antimonopolista como alternativa al fascismo, pero el rechazo de sus compañeros se salda con las acusaciones que le tildan de pequeño-burgués. Las relaciones de Joan Comorera con el PCE y con el resto del PSUC se envenenan hasta que, en 1949, decide acabar con la situación, haciendo uso de su autoridad -como secretario general del partido- y expulsando a tres miembros del órgano directivo de la formación. Éstos, a su vez, unen sus fuerzas para expulsarlo del partido.

Ya sin apoyos, y sin partido, Joan Comorera decide continuar en solitario la defensa y divulgación de sus tesis, escapando como puede de la persecución de algunos de sus antiguos camaradas, que intentan matarle. Cruza la frontera con España y se instala en un pequeño piso de Barcelona para consagrarse a la edición de Treball. En compañía de su esposa, y escondido de todos, malvive hasta que la delación de antiguos miembros de su partido lleva a la policía a su casa. Líster, en su libro Basta, señala a Antón y a Carrillo como los responsables directos de la persecución que sufre Joan Comorera y, a este último, como el delator de la presencia del ex dirigente del PSUC en Barcelona.

Tres años esperará Joan Comorera en prisión hasta ser juzgado. En 1957, la acusación pide para él la pena de muerte, aunque la sentencia señalará, finalmente, 30 años de prisión.

Joan Comorera i Solé muere en el penal de Burgos el 7 de mayo de 1958. Ya implantada la democracia en España, en 1985, sus restos son trasladados a la ciudad de Barcelona.

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